El Papa Francisco elevó este domingo a la gloria de los altares a los primeros santos de su pontificado, al canonizar en una ceremonia solemne en la plaza de San Pedro a dos monjas latinoamericanas —la colombiana Laura Montoya y la mexicana María Guadalupe García Zavala— así como a 800 mártires italianos que se negaron a convertirse al islam en el siglo XV.
El sumo pontífice aprovechó la ocasión para lanzar un firme llamado a favor de la pacificación de México y Colombia, contra el “aburguesamiento del corazón que nos paraliza” dijo, y las persecuciones religiosas que sufren los católicos en todo el mundo.
En la homilía, bajo un sol primaveral, ante miles de asistentes y delegaciones oficiales, en particular de Colombia y México, el Papa invitó a los fieles a seguir el ejemplo de las nuevas santas, que dedicaron sus vidas a los pobres, a los enfermos, a los marginados y a los indígenas.
Frente a la fachada de la basílica colgaban los enormes retratos de las monjas latinoamericanas y un tapiz que representaba a los mártires italianos, encabezados por el humilde zapatero Antonio Primaldo, todos cruelmente decapitados por los musulmanes y emblema de la iglesia perseguida de todas las épocas, al negarse a abjurar de su fe.
“Los incluimos en el libro de los santos y establecemos que en toda la Iglesia sean devotamente honrados entre los santos”, dijo el Papa tras pronunciar la tradicional fórmula en latín.
La monja colombiana Laura Montoya y Upegui (1874-1949) y la mexicana Guadalupe García Zavala (1878-1963) son dos ejemplos de “caridad” que se oponían “al aburguesamiento del corazón”, dijo el Sumo Pontífice.
De la primera santa colombiana, considerada “la madre espiritual de los indígenas”, Francisco elogió su eficaz pedagogía, el respeto por la cultura indígena y el “no haberse contrapuesto a ella”, como ocurría al inicio del siglo XX, cuando los indígenas eran despreciados y discriminados.
“Madre Laura nos deja un legado muy oportuno, la reconciliación y su permanente interés por la justicia social. Me siento muy emocionado de ser el Presidente a quien le tocó este importante día para el país”, comentó a la prensa el mandatario colombiano, Juan Manuel Santos, al término de la ceremonia.
De la religiosa mexicana, Santa Guadalupe García Zavala, el Papa dijo que “renunciando a una vida cómoda para seguir la llamada de Jesús, enseñaba a amar la pobreza, para poder amar más a los pobres y los enfermos”.
“La Madre Lupita se arrodillaba en el suelo del hospital ante los enfermos y los abandonados para servirles con ternura y compasión”, comentó.
Francisco encomendó a la segunda santa mexicana que “interceda” para que México “destierre toda violencia e inseguridad”, generando emoción entre los peregrinos que asistían.
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