Dice que sufrió el menosprecio, que fue denunciada, que estuvo presa, pero que jamás dejó de lado sus convicciones o fue hipócrita; y a sus 48 años Adela, conocida como “la enfermera”, se convirtió en la primera persona transgénero que asume un cargo electoral en Cuba.
“Soy alguien que se pone metas”, dijo a la agencia AP con fuerte tono de voz Adela, legalmente José Agustín Hernández, quien fue elegida a comienzos de noviembre como delegada a la Asamblea Municipal del Poder Popular en la localidad de Caibarién, provincia de Villa Clara a unos 400 kilómetros de la capital.
Su cargo es el equivalente a concejal de otros países, el primer nivel del sistema comicial cubano que podría llevarla también a comienzos de 2013 –cuando se celebren los comicios para esa instancia– a ser diputada del Parlamento.
Por norma, el Parlamento debe tener al menos el 50% de su membresía proveniente de la base municipal.
Adela no estuvo nominada por ninguna organización política, porque en la isla son los vecinos divididos en pequeñas circunscripciones quienes proponen y luego votan por sus candidatos, sin que el Partido Comunista –el único con estatus legal– tenga participación oficial.
Hernández ganó en segunda vuelta –en la primera no alcanzó el 50% más uno– por 280 votos contra los 170 de su contrincante.
UN LARGO PROCESO
Su elección es una novedad en el marco de un proceso revolucionario que comenzó en los 60 con el encarcelamiento de los homosexuales, la apología de la valentía “masculina” y en el cual en los últimos años se dio un giro tan rotundo que el sistema de salud público aprobó un programa de cirugías de reasignación sexual entre los más avanzados del continente.
“Soy presidente o presidenta (se ríe) de mi Comité de Defensa de la Revolución (los populares centros vecinales conocidos como CDR) hace 28 años y ahora me tracé esta meta (ser delegado) que es un triunfo muy grande porque soy una transexual, sin operarme”, explicó durante una entrevista en la cual algunas veces se identificaba con géneros femenino y masculino alternativamente.
“Mis vecinos me conocen como Adela, la enfermera”, aclaró. “La preferencia sexual no determina que tú seas o no seas revolucionario, eso se lleva por dentro”, añadió.
Nacida en un central azucarero en el centro del país, Hernández sintió el rechazo de su familia y su propio padre la denunció por homosexual lo que le costó dos años en la cárcel entre 1980 y 1982. Tuvo que mudarse de ciudad y hasta batirse a “puñetazos” para ser respetada.
Durante algún tiempo sobrevivió actuando como travesti –y todavía lo hace algunas veces– pero con el paso de las décadas consiguió trabajo primero como auxiliar de limpieza en un hospital, se hizo enfermera y actualmente es técnico especialista en electrocardiogramas.
“Tenemos que tener más comprensión por parte de las personas que se creen normales”, indicó Adela, para quien también los gays deberían integrase más y participar más. “Los homosexuales tienen que ser respetados, pero también respetar y ser más abiertos”.
Mientras tanto, Adela espera que su trabajo como delegada municipal rinda frutos para la comunidad donde vive, un sector pobre de Caibarién.
“Ante todo soy muy revolucionaria independientemente de las cosas malas que existen, que existieron. Sigo confiando en esta revolución”, aseguró. “Represento a una comunidad pero siempre voy a tener presente la defensa de los homosexuales”.
Si te interesó lo que acabas de leer, recuerda que puedes seguir nuestras últimas publicaciones por Facebook, Twitter y puedes suscribirte aquí a nuestro newsletter.