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Opinión

Aunque sin los signos de interrogación pero con el mismo título, Juan Paredes Castro –editorialista político de El Comercio– escribió el miércoles pasado una furibunda crítica a la conformación del Frente Amplio de las izquierdas. Dejando de lado las mofas y sarcasmos, dijo algo cierto: la izquierda requiere también renovar sus tradicionales liderazgos.

Carlos Tapia, Opina.21
ctapia@peru21.com

Aunque sin los signos de interrogación pero con el mismo título, Juan Paredes Castro –editorialista político de El Comercio– escribió el miércoles pasado una furibunda crítica a la conformación del Frente Amplio de las izquierdas. Dejando de lado las mofas y sarcasmos, dijo algo cierto: la izquierda requiere también renovar sus tradicionales liderazgos. Aunque ya existen significativos avances: Abraham Valencia, Marissa Glave, Carlos Bedoya, Zoila Reátegui, Eduardo Zegarra, Verónica Mendoza, etc., entre otros muchos, son ejemplos de los jóvenes dirigentes políticos del FA.

Pero la renovación de un proyecto político no solo se mide por la edad de sus dirigentes. Si no, ¿cómo explicaríamos el radical viraje del comunismo chino sin las cuatro reformas auspiciadas por Deng Xiaoping, ya cerca a los 80 años, en contraste con los millones de jóvenes que se enfrentaron a Deng apoyando la revolución cultural?

Sin embargo, alguien también informado como Paredes muestra unos deslices que es bueno aclarar. El tema de la “economía de mercado” ya no es un tabú para los izquierdistas; no solo China es un ejemplo; también Brasil, Uruguay, Argentina, Ecuador, Bolivia y la misma Venezuela. El problema es darse cuenta de que no hay una única economía de mercado; existen muchos matices. Para los chinos existe su “economía socialista de mercado”. También, la economía de mercado de los “estados del bienestar” europeos fue diferente al neoliberalismo actual impuesto en los mismos países tras el derrumbe soviético.

Finalmente, como se sabe, la lucha de clases no es un creación de Marx (tampoco de los “indignados” europeos), y la relación entre la inversión y el crecimiento de la economía sí la desarrolla a profundidad el autor de El Capital; y, también, su repercusión en la disminución de los salarios y el desempleo, tema de moda en algunos países de Europa.


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