22.NOV Viernes, 2024
Lima
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Opinión

Alfonso Baella,Uso de la palabra
Comunicador

Jefferson decía que “cuando alguien asume un cargo público, debe considerarse a sí mismo como propiedad pública”. De hecho, la actuación de un político no es solo de él; es de todos, porque influye, provoca e induce a los ciudadanos, y se convierte en un referente. Por eso es tan importante la política y el ejemplar desempeño de los que participan en ella. Los grandes políticos trascienden porque sus acciones y decisiones inspiran a generaciones.

Y por eso el ‘sí’ de Susana Villarán de la Puente es mucho más importante que la elección en la que ahora pretende participar. Lo que ha hecho la alcaldesa de Lima no ha sido solo cambiar de opinión o, en buen romance, mentir. Más allá del trillado argumento de buenos contra malos o que “solo ella puede defender Lima”, forzar las cosas la ha devaluado.

En realidad, Villarán de la Puente hubiera ganado mucho más diciendo que no iba a la reelección. El ‘no’ le daba credibilidad, hubiera sido más coherente, más política, más lideresa y su palabra de mujer tendría otro valor. El ‘no’ la hubiera catapultado como una figura convocante, como lo fue en la revocatoria, donde supo –no importa si de rodillas– convencer a grupos distintos y distantes de que la opción que proponía era mejor. Distanciada de la municipalidad hubiera ocupado un sitio especial por su experiencia; y quizá la política y el país habrían ganado un referente capaz de mirar el horizonte y no la punta del zapato.

Desde el Congreso en el 2016, desde otro puesto público o inclusive privado, Villarán de la Puente habría podido ganar respeto y ascendencia. Pero decidió caer ante la tentación de quienes, en su minúscula perspectiva, la empujaron a una candidatura que apenas supera el 5% de aprobación y tiene al 80% de los vecinos de la capital en contra, pero esta vez sin ninguno de los actores políticos que la ayudaron a ganar la elección del 2010 ni la revocatoria del 2013. Salvo dinero de “amigos”, como ella ha revelado, la alcaldesa no tiene nada.

Friedrich Nietzsche ha dicho: “Lo que me entristece no es que me hayas mentido, sino que en lo sucesivo no podré creerte”. Y este quizá sea el corolario de quien nunca pensó en el futuro porque lo ha cercenado ella misma diciendo “sí a la reelección” cuando lo verdaderamente valioso era decir ‘no’ y cumplir su palabra.


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