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Opinión

El periodista Phillip Butters deshoja margaritas detrás de su poderoso micrófono, en las mañanas de Radio Capital, con la posibilidad de ser un contendor más en las próximas elecciones municipales.

Alfonso Baella,Uso de la palabra
Comunicador

El periodista Phillip Butters deshoja margaritas detrás de su poderoso micrófono, en las mañanas de Radio Capital, con la posibilidad de ser un contendor más en las próximas elecciones municipales. Al parecer, no han sido pocos los que consideran que su estilo directo puede ser y hacer la diferencia el próximo 5 de octubre.

Butters, si bien no tiene experiencia edilicia, tampoco es huérfano, e ideas no le faltan. En seguridad, transporte e infraestructura tiene agresivas propuestas desde sacar al Ejército a las calles hasta lanzar un shock de inversiones de varios miles de millones para pasos a desnivel, puentes y anillos viales, sin dejar de apuntar la mano dura contra los choferes infractores, para lo cual el modelo público/privado es lo que acaricia.

Pero Butters es hoy, quiéranlo o no, un personaje radial y mediático muy arraigado en los sectores populares, que tiene éxito con las marcas que promueve y que funciona en un horario mañanero plagado de choferes, combis, buses de transporte y decenas de miles de limeñas y limeños que madrugan para ir a trabajar o estudiar. Ese es el segmento donde pega su estilo y su mensaje.

Sin embargo, una cosa es ser comentarista radial –de “cuanto suceda”– y otra ser autoridad. No es lo mismo estar en la tribuna que en la cancha. Tener un estilo confrontacional y a veces soberbio y sabelón puede ser una fórmula interesante, atractiva y hasta lucrativa porque gusta al “populorum”. Pero de ahí a querer trasladar ese relativo éxito y estilo a la esfera municipal –donde se requiere mano firme, experiencia, verdadero liderazgo y prudencia– hay una distancia enorme.

Lo cierto es que el comentarista lo sigue pensando. Todavía tiene tiempo y las propuestas siguen en pie, de varios sectores que ven en él casi al único que podría hacerle pestañear a Castañeda. Si Butters encuentra, en el sondeo que ha mandado a hacer, números interesantes, lo veremos en campaña muy pronto.

Si puede o no ganar es otro tema. Lo cierto es que el triunfo de lo imposible existe. La historia electoral peruana y limeña lo ha demostrado varias veces. Los fijos no siempre ganan –en realidad casi siempre pierden– y los que parecen insignificantes y hasta risibles a veces se la llevan, aunque parezca imposible. A cinco meses de las elecciones nada está dicho aún; esa es la verdad.


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