Wolfgang Tillmans,Fotógrafo
Autor: Gonzalo Pajares.
gpajares@peru21.com
Wolfgang Tillmans nació en Alemania, es uno de los mejores fotógrafos del mundo y, en el año 2000, ganó el Premio Turner. Una síntesis de su trabajo puede verse en el Museo de Arte de Lima (MALI), ubicado en el Paseo Colón 125, del Cercado de Lima. Una muestra imperdible.
¿Por qué elegiste las imágenes como tu vehículo expresivo?
Es una buena pregunta porque mi comienzo en el arte no fue claro. Exploraba diferentes medios y varios me atraían. Por ejemplo, me gustaba mucho el arte colgado en los museos, el ‘gran arte’, pero también sabía que lo que encontraba en las revistas y en algunas portadas de discos era igual de valioso. Así llegué a la fotografía, y me di cuenta de que con ella podía hablar del mundo de la mejor forma. Mi trabajo consiste en pensar en el mundo en tercera dimensión y, luego, traducir esto a dos dimensiones. Y este proceso ha sido el trabajo de los artistas durante 30 mil años: pasó en las cuevas, en un lienzo, en un papel fotográfico.
¿Creas mundos o representas mundos?
(Piensa). Creo y represento. En los 90, solía decir que, en mis fotografías, mostraba un mundo en el que quería vivir. Era una especie de ‘utopía realista’, pues todo se veía como si hubiese ocurrido… pero, claro, la gente no se sienta desnuda en un árbol (risas), pero sí danza desnuda en la calle. Por eso, es mitad realidad y mitad ficción. Me gusta que mi trabajo no se vea artificial, que no sea ‘falsamente’ artístico; debe verse sencillo, fácil… lo cual es mucho más difícil de hacer.
¿Consideras que tu trabajo es una síntesis del ‘gran arte’ con el ‘arte popular’?
(Piensa). Una síntesis significaría una tercera cosa, pero mi trabajo es considerado ‘gran arte’ y también ‘arte callejero’. El punto no consiste en disolver lo que las separa, porque me gustan los espacios de los museos, blancos y limpios, espacios ideales, de calma y contemplación, para presentar mis obras; pero estar en el inodoro, tomar una revista y encontrar allí una imagen tuya también resulta sorprendente (risas). No quiero mezclar ambas experiencias, pero es importante que ambas puedan existir.
Muchos artistas contemporáneos no se preocupan, entre otras cosas, en distinguir entre ‘gran arte’ y ‘arte popular’. ¿Todo es arte?
No, no todo es arte (ríe). El arte es algo muy especial, es único, porque no tiene una finalidad. Esto puede sonar contradictorio, pero en el mundo del comercio, donde se busca satisfacer todos los deseos y necesidades, donde todo está direccionado, el arte resulta, en el fondo, una investigación sin dirección, pues no se puede explicar ni prever el resultado final, lo que es maravilloso en un mundo que se llama racional… a menos que sea arte decorativo o diseño de modas (risas), pues el look no es arte. Es decir, no todo es arte, pero, potencialmente, cualquier espacio puede ser usado para el arte. Por esto, en los 80, los artistas encontraron en diarios y revistas un espacio para su trabajo.
¿El arte es la idea, es el proceso o es la pieza exhibida?
(Piensa). Es una buena pregunta, más aún si va a ser publicada en un diario (ríe). Por lo general, quien hace este tipo de preguntas está en contra del arte, pues quiere encontrar sus contradicciones. Sé que no es tu caso. A veces, la idea es el arte; a veces, el proceso; pero, en mi caso, no es ni la idea ni el proceso, sino la pieza. Sin embargo, estamos en un mundo libre y todos podemos decir qué es arte.
Mucho de tu trabajo es ‘pictórico’…
Hay una diferencia entre la ‘imagen’ y la ‘fotografía’. Una imagen es información visual sin cuerpo; una fotografía, un objeto en sí mismo. Me veo como un creador de imágenes-objeto. Es decir, no soy un pintor, pero mi aproximación a la imagen-objeto es la misma que llevó a alguien a pintar en una cueva hace 30 mil años.
¿Cuán universal sientes tu trabajo?
Uno puede desear ser universal, pero, ¿cómo lograrlo? La gente es demasiado diferente como para predecir su comportamiento. Los Beatles no se plantearon ser universales, pero lo fueron. Yo vengo de Alemania, y me siento afortunado por ser comprendido en Japón, en América Latina, y quizás esto suceda porque siempre vi lo universal en lo particular, lo universal en lo específico.
¿Cuánto ha cambiado tu vida después de ganar el Premio Turner?
(Ríe). Fui famoso solamente durante una semana, y allí me di cuenta de que la ‘gran fama’ en verdad aparece cuando estás más de una semana en los diarios (risas). Después de mi semana de fama, de haber estado en televisión nacional, ya nadie me saludaba en la calle (vuelve a reír).
Trabajaste con Pet Shop Boys…
Crecí escuchándolos. Comparto su sentido de observación, sus emociones; una emoción que parece fría pero es muy intensa. Hice la portada de uno de sus discos, le puse el nombre, Release, e hice un video. ¿Me odias por esto? Yo también (risas).
AUTOFICHA
- Mi mirada es política, pero no te dice si algo está bien o mal: dos hombres besándose puede ser interpretado como algo bello, pero también como un pecado.
- Conocí a Neil Tennant, de Pet Shop Boys, en 2000. Un año después, le hice la portada de Release, su disco, e hice un video con ellos.
- Me gusta que mi trabajo no se vea artificial, que no sea ‘falsamente’ artístico; debe verse sencillo, fácil; lo cual, créeme, es mucho más difícil de lograr.
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