Mónica Delta,Opina.21
Y más dañino aún es que se resisten a entender lo que está en juego en sus respectivos partidos, o peor, que todos “nos chupamos el dedo”. La congresista Uribe, que en medio de otros escándalos quiere pasar piola, no comprende que hay un gran conflicto de interés en ser parte de la Comisión de Educación y ser la promotora de un colegio público. Julio Gagó tampoco percibe que sacarle la vuelta a la ley para continuar siendo proveedor del Estado es ilegal. Así le cambie de nombre a su empresa JAAMSA por Copy Depot (fiel copia del original) que mantiene decenas de contratos con el Estado. Y ahora la simpática y agraciada congresista de Perú Posible Carmen Omonte, que tampoco ve inconveniente en tener acciones de una minera y usar “testaferros” (acusación de Carlos Bruce) para la compra de acciones en esta actividad; y ni hablemos de los préstamos municipales a la alcaldesa Villarán.
¿Tan baja es la percepción de lo que significa la ética en nuestro país? Vamos más allá de si se trata de delitos, infracciones constitucionales o faltas; lo que se determinará en las instancias correspondientes. Si no le exigimos a los que elegimos que cumplan promesas, que no se ‘tiren’ ni malversen la plata de los peruanos y que actúen bajo un concepto que parece no tener la fuerza suficiente, que es la ÉTICA, (que en esencia justifica racionalmente un sistema moral y su aplicación a nivel individual y social) como sociedad estamos perdidos. Fernando Savater, en su libro Ética para Amador define la ética como “el arte de vivir, saber vivir”, por lo tanto el arte de discernir lo que nos conviene (lo bueno) y lo que sea “malo” desde el punto de vista ético y moral. Eso es lo que debemos exigirnos y exigirle a nuestros representantes y autoridades para aspirar a vivir en un país decente.
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