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"Soy el último sirviente del Señor de Sipán"

Hace 26 años ha dedicado su vida al Señor de Sipán y ha conseguido que este sacerdote guerrero mochica sea conocido en el Perú y en el mundo.

Foto: Fabiola Valle.
Foto: Fabiola Valle.

Walter Alva,Arqueólogo
Autor: Fabiola Valle.
fvalle@peru21.com

En julio próximo se cumplen 26 años del hallazgo del Señor de Sipán. Hoy, su descubridor, el arqueólogo Walter Alva, nos cuenta cómo ha sido su vida junto con este gobernante guerrero. Indica que no solo transformó sus días, sino los del mundo entero. Aquí la historia de un cajamarquino con corazón mochica.

¿Qué significa el Señor de Sipán en su vida?
El descubrimiento del Señor de Sipán cambió mis días. Antes de ello me dedicaba a realizar otras investigaciones arqueológicas en otros departamentos del país, pero una vez que hallamos su tumba me dediqué solo a él. En resumen, pasé a ser el último sirviente del señor de Sipán.

¿Por qué el último sirviente de Sipán?
Estoy al servicio de él y de su patrimonio. Nunca lo he llamado el personaje, porque para mí es una presencia humana. Es una manera de personificar a nuestro dignatario. Con su hallazgo asumí un compromiso y responsabilidad, pues de otra manera no hubiera podido concluir con el magnífico museo Tumbas Reales de Sipán que tenemos. El impacto que ha tenido Sipán en el Perú y en el mundo es el resultado de un arduo trabajo.

¿Cuál fue el momento más difícil durante el hallazgo?
Fue complicado desalojar a los profanadores que estaban saqueando el monumento, en el poblado de Sipán, en el distrito de Zaña, en Chiclayo. Hubo una intervención con balacera. Todo esto contó con el apoyo de la Policía Nacional. Incluso se instaló un pequeño campamento debido al asedio que sufríamos de los saqueadores y de la población.

Lo han acusado de no ser el verdadero descubridor de Sipán…
Eso me tiene sin cuidado, son los apologistas del saqueo. El mérito del descubrimiento es que nosotros salvamos la tumba para la historia. Quienes emiten estos juicios solo piensan en su beneficio. Los saqueadores robaron una tumba que posiblemente sería la del padre de Sipán, a diferencia de nosotros, que hemos rescatado y presentado al mundo conocimiento e historia.

¿Le incomodan esos comentarios?
Cuando existen voces que hablan, o abogan o dan mérito a los huaqueros, la única respuesta que yo tengo es: “Si ellos hubieran continuando excavando la tumba de Sipán no tendríamos ni piezas arqueológicas, ni museos ni nada”.

Incluso lo acusan de robarse algunas de las piezas en complicidad con el expresidente Alan García.
Es parte de la desbordante imaginación de algunas personas. Es la cosa más ridícula.

¿Ningún arqueólogo se quedó con algún recuerdo?
Robarse un huaco sería contraproducente, porque los arqueólogos no estamos detrás de los objetos, porque tenemos un sentido de ética muy profundo. Él que no lo siente así que se dedique a vender objetos en un supermercado.

Sigue visitando el museo Tumbas Reales de Sipán con frecuencia.
Pese a que lo he recorrido muchísimas veces, visitar el museo es toda una experiencia porque significa mantener un contacto permanente con la presencia de lo que fue el gobernante.

¿Cómo siente en cada visita, con quienes las hace?
Cada visita es una experiencia diferente. Mis amigos me hacen ver algunos detalles de los que quizá no me percaté, o me sugieren algunas cosas. También lo recorro con el menor de mis hijos y mi esposa. Soy una persona muy receptiva, siempre acepto consejos. A veces también hay mucha experiencia cuando veo las expresiones de los visitantes. Hay gente que llora de emoción.

¿Si no hubiese sido arqueólogo, a qué otra profesión se dedicaría?
Desde niño siempre me encantó el pasado. El mundo mágico de otras épocas. Vivía fascinado por las historias que me contaba mi abuela, quien era una genial cuentista (…)Un amigo de mi padre me inculcó desde muy niño el arte, sobre todo el Mochica. Tuve que luchar contra mi otra vocación de poeta, gané algunos juegos florales en el colegio, pero preferí ser un buen arqueólogo que mal poeta. Ahora estoy volviendo a escribir poesía lírica y social. Más adelante registraré mis memorias en un libro.

¿Por qué enterró a su primera esposa, Susana Meneses, en el museo Tumbas Reales?
No fue decisión mía. Fue una resolución directoral del entonces Instituto Nacional de Cultura. Ellos pensaron que era la única manera de retribuir todo lo que hizo una persona que entregó su vida al museo. Susana nunca ganó un solo centavo. Ella se sacrificó para que tengamos este museo y la única recompensa fue dos metros cuadrados de tierra de este museo.

¿Le gustaría ser enterrado allí?
No, porque este hecho despertó, aunque parezca contraproducente, celos enfermizos en algunas personas que no reconocen el mérito del resto. En su momento, los que están a mí alrededor decidirán que harán conmigo. En ese momento, ya no tendré opinión.

AUTOFICHA

- Nací en Contumazá, en Cajamarca, pero radico, desde hace más de 25 años, en Lambayeque. Vivo en el Museo Señor de Sipán. Mi exesposa está enterrada ahí.

- La Tumba del Señor de Sipán se descubrió el 21 de julio de 1987. Con este hallazgo el turismo en Lambayeque se ha incrementado.

- El éxito del Museo Tumbas Reales de Sipán es una soberbia enseñanza para dar a conocer que fuera de la capital también surgen recintos de tanta magnitud.


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