Daniela Sarfaty,Actriz
AUTOR: GONZALO PAJARES
gpajares@peru21.com
Hemos crecido viéndola, admirando su belleza. Daniela Sarfaty fue figura en Nubeluz y, luego, en varias telenovelas de Iguana, como Torbellino y Obsesión. Estos días baila en El gran show, actúa en Mi amor el wachimán (de L a V, 9 p.m., en América) y es una de las protagonistas de ¿Qué tortura?, la nueva obra de teatro de Plan 9 (teatro Larco, de J a L, 8 p.m.). Se dio unos minutos para conversar con nosotros.
¿Cómo recuerdas Nubeluz?
Ha sido la mejor etapa de mi vida. Hacíamos muchas giras fuera del país, y allí fue la primera vez que salí de viaje –por un mes entero y a Argentina– sin mis papás, con gente que no conocía y con la que tuve que aprender a convivir. Tenía 17 años. Entré por el canto. Querían armar un grupo de chicas que cantasen y todo fue muy rápido. Allí conocí a Marco Zunino, las gemelas Antuané y Anabel, María Pía y Anna Carina Copello, quienes se convirtieron, hasta ahora, en mi segunda familia. Mi aventura glúfica duró dos años (ríe).
Nubeluz tuvo mucho éxito. ¿Sentiste el peso de la fama?
No era consciente de lo que pasaba sino hasta que el programa terminó. No me sentía famosa pues vivíamos en otra realidad. Conforme fueron pasando los años, y más aún con el reencuentro que tuvimos hace dos años, que fue alucinante, fui dándome cuenta de lo que significó el programa. Por ejemplo, hay gente que me escribe y me dice: “Gracias a los que dijeron en tal programa, no me suicidé. Nadie me escuchaba, pero en Nubeluz encontraba las respuestas a mis problemas”.
Pero la televisión te gustó pues te quedaste en ella…
Yo corté mi etapa en Nubeluz. Con la muerte de Mónica Santa María sentí que toda una etapa terminaba. Yo ya era Nubelina y, con lo de Mónica, me dijeron para ser Dalina. No acepté. A la semana me llamaron de Iguana y allí empezó una nueva etapa en mi carrera. Estuve en Malicia, Obsesión, Torbellino, que también se vieron fuera. Me fui a estudiar a Colombia, y resulta que allí también era conocida (ríe).
Tienes una imagen angelical. ¿Corresponde con la realidad?
Sí. Soy muy paciente, tranquila, no me gusta tener problemas con nadie, pero cuando me molesto –lo cual es difícil– puedo ser terrible. ¿Perdono fácil? (Piensa) Sí, porque hacerlo te libera, pero soy consciente de que ya no miraré a esa persona de la misma manera.
En tu carrera, ¿cuánto te ha ayudado ser bella?
Un 10% porque, si eres guapa pero no tienes talento, solo durarás una novela. Además, soy bien chancona, puntual, llego al set con mis líneas aprendidas…
¿Nunca tu vida ha estado en caos?
Sí. He tenido varios momentos de caos. Quizás el más fuerte fue cuando, por un tiempo, estuve separada de Óscar (López Arias, su esposo). A veces el caos es bueno porque nos ayuda a ordenarnos, a conocernos, a ser fuertes.
*Óscar y tú provienen de mundos distintos… *
Sí, sobre todo en carácter. Yo soy zen; él, explosivo. Nos complementamos: él sube mi energía y yo nivelo la suya (ríe). Y cuando me preguntaban por qué salía con él me daba risa porque la gente habla sin conocer. Óscar y yo respetamos mucho nuestra privacidad, nos queremos mucho, y nuestra verdad solo la conocemos él y yo.
Él y tú estarán en la obra ¿Qué tortura? y en El gran show. Comparten casa, escenario, oficio, ¿no es demasiado?
(Ríe). Cuando compartimos escenario, cada uno está por su lado porque, al fin y al cabo, estamos trabajando. También nos cruzamos en El gran show, pero no estamos uno detrás del otro (ríe). ¿Qué tal actor es? Uno de los mejores.
¿Cómo te sientes en El gran show?
Me reta, es una de las experiencias más fuertes y más exigentes y de mayor exposición que he tenido: siempre somos vistos, hay cámaras y micrófonos por todos lados. Uno expone su vida, sus sentimientos y, además, es evaluado: un estrés horrible y, encima, hay que aparentar ser natural. Igual, una se acostumbra pues la pista de El gran show tiene una adrenalina impresionante. Además, Gisela (Valcárcel) habla mucho con nosotros y nos transmite una buena vibra.
Y actúas en el nuevo éxito de la tele: _Mi amor el wachimán_…
Me gusta mucho porque significó cambiar de registro. Estuve tres años en Al fondo hay sitio, con Efraín Aguilar; luego pasé por Lalola, y ahora volví a trabajar con Michelle Alexander. La aprecio porque en sus personajes siempre hay verdad. Allí soy Mónica, la madrastra del Jacko, el malo de la serie.
Hay un boom de realitys, pero no de obras de ficción. ¿Hay trabajo hoy para los actores?
Ya llevo 20 años en esto y me siento muy agradecida por mi trabajo. Pero, es verdad, falta ficción. Ojalá encontremos el punto medio. Hay que ahorrar porque debemos ser conscientes que el mundo de la televisión es así, cambiante.
AUTOFICHA
- Tengo 38 años. Siempre he aparentado tener menos edad. Cuando tenía 25 años hacía personajes de 17, de 18: he estafado un montón. Estudié Educación Inicial.
- Mi primer programa en la tele fue Aplausos: cantaba. Allí estaban Estrella Amprimo, Sergio Galliani y Horacio Paredes. Solo duró tres meses.
- Plan 9, el grupo teatral de Giovanni Ciccia y David Carrillo, es muy bueno porque han arriesgado, han hecho siempre lo que han querido. Me gusta trabajar con ellos.
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