Ariel Segal, Opina.21
arielsegal@hotmail.com
Turquía recibió hace poco el espaldarazo de la OTAN para desplegar misiles a lo largo de toda su frontera con Siria, y el conflicto de ese país también sacude al Líbano, alterando a sus comunidades religiosas, divididas en su apoyo al dictador Al Assad o a los rebeldes.
Sin embargo, lo que ocurre en Siria es, esencialmente, una guerra civil, y algunos analistas hacen un paralelismo con la que padeció España entre 1936 y 1939.
Siria ha sido gobernada por décadas bajo la tiranía de Hafez al Assad (1970 a 2000) y de su hijo, Bashar, de la minoría de la comunidad religiosa alauita (15% de la población), quienes coparon cargos del régimen del partido único Baath –en el poder desde 1963– con sus correligionarios, causando el recelo de la mayoría sunita.
Durante la guerra civil española, la Unión Soviética sostuvo una alianza con las facciones comunistas y anarquistas contra el ejército de Franco y falanges de extrema derecha, apoyadas por el régimen de Hitler y de Mussolini (experimentando sus armamentos que, luego, utilizarían en la II Guerra Mundial).
En Siria, Irán apoya a las facciones chiitas islamistas y al Gobierno, mientras que Al Qaeda –la gran multinacional islamista sunita– lo hace a sus grupos radicales que se desplazan por la frontera con Irak.
En el caso de Siria, las democracias del mundo apenas auxilian a los rebeldes –varias recién reconocen formalmente a la oposición–, pero no actúan con la coherencia y urgencia que la situación amerita, y a diferencia de España durante la guerra civil, casi no hay quien escriba, como varios que preguntaron “por quién doblan las campanas” (Hemingway, dixit), por una tragedia que en un año y medio ha cobrado la vida de más de 40 mil personas.
*Ariel Segal escribe todos los sábados.
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