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"Siendo hombre mi universo es muy femenino"

“Siempre me ha obsesionado lo femenino, saber cómo funcionan las mujeres y cómo funciona lo femenino en el hombre, en mí”, nos dice el artista Fito Espinosa.

Foto: Rafael Cornejo.
Foto: Rafael Cornejo.

Fito Espinosa,Pintor
Autor: Gonzalo Pajares.
gpajares@peru21.com

Estudió Arte en la PUCP, donde obtuvo el Premio Winternitz por ser el mejor alumno de su promoción. Poco después ganó el concurso Pasaporte para un Artista y, desde entonces, es uno de los pintores preferidos por los limeños (sobre todo por las limeñas) por su ternura y la carga lúdica de su trabajo. Fito Espinosa organiza una exposición navideña en su casa-galería-taller (Grau 324, Miraflores), donde usted podrá adquirir lo mejor de su trabajo.

Creciste en un barrio del Callao. ¿Cómo te sentías en ese ambiente?
Quizás por eso nace toda mi temática: siempre me sentí un marciano pues era el chico que escuchaba rock mientras todos escuchaban salsa; era el chico cuyo hogar tenía una posición económica un poquito mejor que el de los demás. Por eso me sentía un poco raro, pero, como vivía allí, ni modo, me integraba.

En una época donde se rechaza la destreza manual, esta es una de tus cualidades…
En 1998 gané el concurso Pasaporte para un Artista y me fui a Francia. Allí encontré que, prácticamente, la pintura no existía, que todo iba por el lado conceptual, por el videoarte, por las instalaciones. Entonces me cuestioné: “Soy pintor, qué voy a hacer con mi vida”. Sin embargo, al volver al Perú me puse más terco y, en lugar de seguir la tendencia –hacer instalaciones, obras conceptuales–, empecé a dibujar más… a dibujar como un niño.

Se cuestiona mucho la enseñanza del arte, los premios otorgados por las propias escuelas, y tú ganaste el Premio Winternitz, otorgado al mejor alumno de Arte de la PUCP
Yo hacía –y hago– un trabajo formal. Yo pintaba (ríe). Alejandro Alayza y Julia Navarrete, mis profesores, me sacaban la mugre. “¿Quieres pintar? Pinta pues”. Entonces, me metí de cabeza e hice un buen trabajo de pintura. Había otros alumnos que al querer hacer, por ejemplo, pop o videoinstalaciones sí pasaron por algunos problemas, más en esa época, pues recién hoy algunos profesores están abriendo su cerebro hacia ese terreno.

¿Cuándo encontraste tu estilo? Tu trazo es reconocible…
Fue un proceso largo. Primero me preocupé en pintar bien. Luego decidí sacudirme la pintura, quitarme lo que me habían enseñado. Antes pintaba muy realista, pero eso no me gustaba. Hoy pinto como me da la gana, como me sale. Esto pasó alrededor del 2000: empecé a jugar con otras técnicas, con otros elementos, y me salían unos dibujos bien ingenuos, como si no hubiera estudiado. Comencé a investigar el ‘arte bruto’, el arte naif, el arte de la gente que no había estudiado y que tanto me gustaba. Mucha gente cree que, para pintar como yo, no se necesitan tantos conocimientos.

¿Cómo creaste tu universo?
Todo empezó cuando me di cuenta de que para pintar necesitaba un sujeto y un predicado. Así, mis personajes terminaron siendo un símbolo de algo, una situación, y este símbolo se convirtió en una historia. Poco a poco, los ‘predicados’ se convirtieron en parte de un cuento… y hoy han terminado siendo cuentos enteros (ríe). (Fito es autor de algunos relatos).

¿La ternura nace en ti o la buscas?
Yo negué la ternura por mi necesidad de pintar bien, porque se supone que la pintura muestra cosas serias, pero luego me di cuenta de que la ternura y el amor sí son abordados por el cine o en la literatura. Entonces, empecé a usar la ternura y el amor, a simbolizar las relaciones, y resulta que gustó… pero yo ya tenía quince años como pintor (risas).

A casi todas mis amigas les gusta tu trabajo…
(Ríe). Sí, algunos hombres vienen acá obligados. Es un tema grande: lo femenino está ampliando su espacio. Y yo tengo mi lado femenino muy desarrollado. Mi papá nunca estaba en casa; yo crecí con cuatro hermanas y fui criado por mi mamá, la empleada y mis tías; entonces, mi mundo, siendo hombre y heterosexual, es muy femenino. Yo crecí pensando que hombres y mujeres éramos iguales, pero cuando salí a la calle me di cuenta de que no era así. El espacio para que el hombre conozca su lado femenino debe ampliarse, la ternura no debe ser un problema. Por eso, siempre me ha obsesionado lo femenino, saber cómo funcionan las mujeres y cómo funciona lo femenino en el hombre, en mí.

¿No sientes que te estás repitiendo?
Soy consciente de que he creado una ‘marca’. Me disgustaba mucho repetirme, hacer cuadros parecidos, pero quería funcionar bien con el sistema, con el mercado, porque uno tiene que vivir de algo. Entonces creé objetos seriados: hago un objeto, lo repito 80 veces y, a la mierda, pues no tiene sentido pintarlo 80 veces. Esto me permite tener tiempo para pintar lo que quiero, muy tranquilo y, obviamente, poco. No quiero pasarme la vida pintando lo mismo.

AUTOFICHA

- Nací en 1970. Crecí en Bellavista. Estudié en el Claretiano. No metería a mi hijo allí. Empecé a dibujar a los 15 años. Hasta entonces, mi vida era ‘normal’.

- Descubrí el arte a través de la música. Oyendo a Pink Floyd y a Emerson, Lake & Palmer me di cuenta de que quería ser artista.

- Empecé estudiando Diseño en la Católica, pero luego me cambié a Pintura. Fui alumno de Adolfo Winternitz, cuyo halo religioso le daba sentido a la facultad.


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