Científicos de la Universidad Stony Brook (Estados Unidos) descubrieron hace un tiempo que probar nuevas cosas era altamente estimulante. De hecho, este tipo de experiencia novedosa produce, a nivel neuroquímico, un efecto similar al que se siente cuando uno se enamora. El cerebro libera esas mismas hormonas que producen sensaciones de euforia y placer en el individuo. Es por ello que muchas parejas deben prestar atención a la calidad de su relación: no agregar esos condimentos de innovación hace que la pareja se aburra. De hecho, esto resulta muy evidente en la intimidad: si cada encuentro amoroso es más un trámite, tarde o temprano empezarán los reproches. ¿Solución? Atreverse. No significa que con tal de ser creativo deban atentar contra su propia seguridad, sino incorporar de a pocos elementos que aún no han probado. Cada uno haga una lista de cosas que quisieran probar y discútalas en pareja. Empiecen poniendo en práctica una de ellas, luego otra, y así sucesivamente. La idea es mantener vivo el mutuo interés y, por supuesto, sentir placer.
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