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La peor pesadilla

Análisis: Ariel Segal / Internacionalista.

 Análisis: Ariel Segal / Internacionalista.

Tentó a la muerte y esta aceptó el reto en forma de enfermedad dolorosa que lo condujo a una larga agonía. Tentó a la muerte cuando proclamó como eslogan para su autocracia electoral: “Patria, socialismo o muerte”, y esta última opción, que en los últimos 10 de los 14 años de su régimen, sin guerra civil, provocó la muerte por homicidios de 123 mil venezolanos, ahora lo aniquiló a él, que no murió patrióticamente y que, en lugar de socialismo, agravó el sistema clientelista y monodependiente del petróleo de los 40 años de democracia que tanto criticó.

Tentó a la muerte cuando su obsesión de que Simón Bolívar fue asesinado lo llevó a exhumar los restos del Libertador para, luego, hacer un estudio de ADN, y asistió personalmente al espectáculo necrófilo.

Entonces ocurrió su peor pesadilla, aquello que tentó tanto en retórica y se convirtió en una realidad: la muerte lo amenazó con un cáncer. Pero él no se trató a tiempo y, cuando lo hizo, prefirió hacerlo en Cuba por secretismo y por su fijación edípica a Fidel Castro, cuando en otros países la medicina está más desarrollada para ese tipo de mal. Y, así, Venezuela vive una de sus peores pesadillas, que muchos no parecen advertir por falta de referencia histórica: la de estar dominados por Cuba, que intentó controlar en el pasado, sin éxito, a muchos países latinoamericanos. Como la Venezuela de los años 50 y 60 que enfrentó a sus guerrillas; Chile de Allende que, pese a su admiración a Fidel, le pidió no entrometerse en asuntos de su gobierno, y la Nicaragua sandinista.

La ironía es que Fidel, quien lo adoctrinó para lograr en el siglo XXI lo que no logró en el XX, fue su asistente en el suicidio al no detenerlo para que dejara el gobierno de su país satélite en manos de un sucesor a quien ellos (padre e hijo ideológicos) pudiesen, desde la tranquilidad del reposo, manejar.

Esta es la historia de una gran ironía en donde todos los protagonistas son perdedores: Fidel, que entierra a su pupilo; Chávez, que no supo cortar el cordón umbilical de los designios de su mentor cubano a tiempo para “no matarse a sí mismo”, y lo más importante: Venezuela toda que, por ahora, está a merced de un gobierno extranjero.


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