En algunas ocasiones debes morir para recuperar la vida. Debes conocer el infierno del dolor, cerrar tus ojos y embarcarte en una aventura que te convierta en alguien igual pero diferente. La poesía podría reflejar el momento que vive Paolo Guerrero. A horas de chocar con el Chelsea en la final. A poco de ir por el Mundial de Clubes en Yokohama.
El delantero peruano no está aquí de casualidad, pero su carrera no ha sido una fiesta. Llegó al Bayern Munich, tras un litigio con Alianza, y a los 20 años debutó en primera. Durante dos años luchó contra la suplencia, detrás de Makaay, Claudio Pizarro y Santa Cruz, aunque llegó a marcarle un gol al Chelsea en la Champions 2004/2005.
Ya mostraba el look rebelde, con cabello corto, trenzas y pelos parados. Hizo un puñado de goles y fue catalogado como el mejor comodín del torneo, pero el cuadro bávaro no lo supo esperar y debió mudarse a Hamburgo en 2006. Allí, Paolo fue casi siempre indiscutible, aunque combinó luces con sombras. Un botellazo a un hincha y una patada artera a un arquero rival le pusieron etiqueta. Entonces llegó la hora de salir.
“Estoy al cien por cien. Haría cualquier cosa para ganar el Mundial, me haría las infiltraciones que fueran necesarias, quiero jugar del carajo”, dice en este presente feliz que se trazó como futuro el día que decidió fichar por el ‘Timao’.
Guerrero tendrá enfrente al campeón de la Champions, el del ‘Niño’ Torres, Mata y Cech. Un reto más para un hombre que supo renacer. Que sabe lo “importante” que es el Mundial para su carrera. Y para el Perú.
SABÍAS QUE
- La final se jugará mañana (5:30 h) en el estadio de Yokohama. Si hay empate en los 90’, van a suplementario. Si la igualdad se mantiene, van a penales.
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