Carmen González,Opina.21
c.gonzalez@ceprovi.org
Cuando amamos, lo hacemos con todo nuestro ser. Don Isaac ama a sus hijos desde su personalidad autoritaria. El drama de estos padres es que no saben lo que los hijos ‘sienten’. Y el sentir es el pilar esencial de la vida. Independizarse emocionalmente de ellos es tarea difícil. Solo el intento produce mucha ira en los padres.
Ollanta está siguiendo un camino ideológico distinto del trazado por su padre, y eso le produce a don Isaac un dolor infinito, el que convierte en rabia y que descarga contra su hijo y su nuera. Del drama familiar se aprovecha la prensa cruel y racista que, inconscientemente, ¿no acepta a Ollanta como presidente? ¡Ya paren! ¡Se trata, también, de un anciano!
Los hijos –inconscientemente– introducimos en nuestra interioridad aspectos de nuestros padres y, además, como mecanismo de defensa, podemos ser opuestos. Solo reconociendo estas identificaciones y contra-identificaciones somos nosotros mismos. Ollanta, al fijar prisión tan dura para su hermano, ¿se estará identificando con el padre dominante y castigador?
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