Alonso Salazar,Escritor
Autor: Gonzalo Pajares.
gpajares@peru21.com
Alonso Salazar es un escritor que se metió a político. Fue alcalde de Medellín y, además, por su trabajo social, conoce el mundo de la violencia. Es autor de La parábola de Pablo (Planeta), libro en el que se inspiró la exitosa serie El patrón del mal (ATV), que reconstruye la vida del narcotraficante Pablo Escobar.
¿Qué tan ‘digno’ hijo del espíritu ‘paisa’ (nativo de la zona de Medellín, Antioquía) fue Pablo Escobar?
Si tomamos a Pablo Escobar como muestra tendremos una imagen muy negativa del ‘paisa’. Escobar es un ‘hijo de su madre’, es su hechura. Ella fue hija de contrabandistas; de las que dice hay que superarse, hay que ser rico, y, al hacerlo, no tiene límites éticos. Ella aplaudió siempre los comportamientos no muy positivos de su hijo.
¿Qué pasó en Colombia para que un personaje como Escobar apareciese?
Escobar no cayó del cielo, es producto de un país con muchas debilidades institucionales; él lo demuestra cuando empieza a tejer alianzas con la clase política. Además, aparece cuando Colombia presenta una tremenda crisis económica: los 70 fueron los de la debacle de la industria. Él coincide con la aparición de varios ‘capos’, todos con una capacidad inmensa de influir en su entorno, de transformar sus sociedades. Escobar era muy violento, no tenía ‘diplomacia’ y optó por el camino del desafío. Hizo dos cosas que lo llevaron a ser mítico: 1. Sus obras sociales, que son bastante menos de lo que se dice, construyó algunas viviendas e iluminó canchas de fútbol en barrios populares. 2. Su dimensión de guerrero, imagen que para los sectores marginales es muy tentadora. Escobar desafió al sistema, al poder y, al final, lo derrotó.
¿Cuán líder fue?
Lo fue, pero no podría haber sido un hombre de discurso en plaza pública. Cuando los tuvo que hacer parecía un hombre tímido, que recién estaba aprendiendo a hablar. Era un hombre muy simple, pero estaba acompañado por oradores que le hacían el oficio, entre ellos un capellán y locutores de radio. Estos fueron los que lo llenaron de aura.
¿Escobar tenía más instinto que inteligencia?
(Piensa). Era instinto puro; su inteligencia estaba cruzada por una especie de patología pues lo llevó a la autodestrucción. Mi hipótesis es que él se derrotó a sí mismo: hizo que se modificaran las leyes, que le construyeran una cárcel a su imagen y semejanza, tuvo que confesar un delito para no ser extraditado y, si hubiera permanecido encerrado, a los siete u ocho años habría salido libre y con una gran fortuna. Pero Escobar no quería una vida normal, ella no tenía sentido sin la guerra, sin la confrontación; se sentía inmortal.
¿Cómo un hombre que puede ser tan cruel puede querer tanto a sus hijos, a su familia?
Así es el ser humano. Los peores delincuentes tienen facetas que los hacen aparecer como ‘humanos’. Recordemos que estos ‘guerreros’ del narcotráfico salen de nuestro entorno, son nuestros vecinos. Lo que pasa es que la gente no quiere reconocer en ellos a ‘seres humanos’ porque eso la compromete. La relación de Escobar con su hija fue excepcional. Lo único que podría haber hecho que se arrepintiese sería ver la tragedia que hoy vive su hija, quien se enteró de adolescente qué hacía su padre y esto le generó muchas crisis emocionales que, al parecer, aún no ha superado. Escobar le escribía cuentos, los leía, los grababa y se los enviaba.
Era capaz de amar…
Y lo demostró en su lealtad hacia su familia. Traicionó todo su protocolo de seguridad por salvar a su familia y, al hacerlo, murió.
¿Tu libro fue un intento por comprender a Medellín y a Colombia?
Y de hacer una catarsis. Sufrimos tanto por el narcotráfico, por Pablo Escobar –500 policías fueron asesinados en un año–, nos acostumbramos tanto a él, que me angustié. Por eso, una vez que terminé de escribir mi libro nunca más quise leer cosas de Pablo Escobar, lo siento como un capítulo cerrado.
No querías saber nada de Escobar pero, de pronto, una serie que se basa en tu libro tiene muchísimo éxito…
Durante mucho tiempo me ofrecieron usar el libro como una herramienta para hacer una serie y hasta una película. Yo me negué porque uno responde por lo que escribe, pero no por lo que otros hacen, filman. Pero esta vez me convencieron porque en el proyecto estaban involucradas dos víctimas de Escobar, quienes son los productores de la serie: Camilo Cano, hijo de Guillermo Cano, director de El Espectador, quien fue asesinado por Pablo, y Juana Uribe, hija de una secuestrada.
¿Te gusta la serie?
Yo no tuve nada que ver en su realización… pero me alegra su éxito. Yo la veo con dificultad pero, en general, me gusta. Pablo Escobar no necesita una serie para ser un mito, lo es, pero a quienes debemos recordar es a sus víctimas, a quienes lo combatieron.
AUTOFICHA
- Soy de Medellín; pero soy un ‘paisa’ sui generis, no tengo su iniciativa comercial, empresarial; no soy entrador, soy pausado, tranquilo pero muy observador.
- En Colombia hemos pasado del paramilitarismo a las bandas criminales, que no son enemigas sino amigas de las guerrillas.
- Medellín, en Antioquía, fue muy pobre durante la Colonia, estaba lejos de Dios, de todo. Tuvo que luchar mucho para salir adelante, por eso su espíritu fenicio.
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