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"Mi arte es como el punk, los viejos no lo entienden"

“Es inherente al arte ser un espectáculo porque tiene que ver con lo visual”, nos dice Martin Creed, controversial artista británico que expone en el MALI.

Foto: César Fajardo.
Foto: César Fajardo.

Martin Creed,Artista Británico
Autor: Gonzalo Pajares.
gpajares@peru21.com

Martin Creed es un artista controvertido. Saltó a la fama cuando, en 2001, recibió el Premio Turner (el más importante entregado a un artista británico menor de 50 años) por su obra Work No 127: The lights going on and off (instalación donde, cada cinco segundos, se apagan las luces de una habitación). Otra de sus acciones –Work No. 1197: All the bells in a country rung as quickly and as loudly as possible for three minutes, llevada a cabo a las 8:12 a.m. del 27 de julio en toda Gran Bretaña– dio inicio a las Olimpiadas de Londres 2012. En el Museo de Arte de Lima, MALI (Paseo Colón 125, Lima), presenta una síntesis de sus más importantes trabajos.

¿Para tu trabajo fue necesario que pasaras por una escuela de arte?
Sí, porque las escuelas de arte en Gran Bretaña son muy libres y dejan que sus alumnos experimenten, que transiten por varios caminos: que escriban, que hagan música, etcétera. Son lugares para la expresión. En cambio, mis amigos que optaron por la Medicina o la Lingüística, por ejemplo, siguieron caminos más rígidos.

¿Tu arte es británico, occidental, personal?
No me gusta el arte ‘provinciano’, el arte que sea muy referencial, de un lugar específico. Me interesa hacer un arte para el mundo, no solo para la gente de mi país. Por eso, por ejemplo, vengo a Lima, pues quiero ver cómo se observa y cómo se entiende mi trabajo en otros contextos.

Mario Vargas Llosa, escritor peruano que recibió el Nobel en 2010, critica el tipo de arte que tú haces…
No lo he leído, pero quizás lo que él dice sea cierto (risas). Quizás haya artistas ingleses haciendo muchas cosas locas, pero veo nuestro trabajo como si fuese punk: algo que los viejos, que nuestros padres no harían ni entenderían. Lo que hacemos no es loco ni descabellado, lo que es loco y descabellado es la vida. Me corrijo: en este mundo sería estúpido no hacer cosas locas porque la vida está loca. ¡Quién dice que debemos seguir la tradición! En realidad, yo siento que mi trabajo es tradicional (ríe).

Vargas Llosa dice que el arte actual ha perdido referentes, que no tiene un canon, que vivimos una civilización del espectáculo…
Su actitud es la de un padre que busca ‘corregir’ a sus hijos. Es inherente al arte ser un espectáculo porque el arte tiene que ver con lo visual. Los artistas del Renacimiento eran espectaculares; si no, miremos sus obras: la Capilla Sixtina es espectacular.

Has declarado que tu trabajo quiere emocionar al espectador…
Yo no quiero que la gente sienta cosas. En realidad, el que quiere sentirse bien soy yo porque no suelo hacerlo. Busco emociones: en lo hermoso, en una idea. Quiero que la gente me quiera, por eso hago cosas que le gusten, porque si yo me siento bien con mi trabajo quizás a otros les pase lo mismo.

¿Qué tanto espacio le das al caos en tu obra?
Ella siempre viene del caos. Vivimos en un mundo caótico; quiero ordenarlo porque, al hacerlo, me siento más seguro. Por otro lado, en un momento decidí hacer trabajos que se plasmasen frente al espectador. Y una de mis primeras obras en esta línea fue, precisamente, Work No 127: The lights going on and off. Antes, como es común en el arte, yo hacía mi obra por mi cuenta, el público estaba en el otro lado, sin acceso al mundo del artista, y el punto culminante de la experiencia era la obra misma. Esto me tenía frustrado porque yo quería que el público y yo, como en un concierto, nos encontrásemos en la misma área de experiencia. Por eso también hago música.

Si hubieras nacido en el Renacimiento, ¿qué tipo de artista serías?
(Ríe). No puedo responder algo así porque no sé qué es un artista o, en todo caso, en qué consiste el término ‘artista’. Durante algún tiempo viví en Italia y estuve expuesto a muchas obras del Renacimiento. Me gustaba mucho Piero Della Francesca. Al ver su trabajo me sentía feliz, y esto se relaciona con lo que yo hago: sentirme mejor, sentirme bien. A veces quiero comparar, por el placer que ocasionan, el arte y el fútbol, pero son distintos. El fútbol tiene un objetivo: meter un gol; el arte, en cambio, no tiene un objetivo final, al menos no uno fijo.

Te expresas mediante varios vehículos: la pintura, las instalaciones, los objetos escultóricos, la música. ¿Tu curiosidad es ‘renacentista’?
En mi trabajo, como en el de los renacentistas, la técnica es muy importante. Cada una de mis piezas nace como respuesta a un problema técnico. Por ejemplo, con ‘mano alzada’ no es posible hacer un triángulo perfecto, lo que me frustraba; entonces, decidí hacer una obra que fuese una ‘respuesta’ a esta limitación. Aparentemente, es algo sencillo, pero esta ‘apariencia’ es buscada, no es gratuita. Muchas obras tratan de esconder la técnica. Yo busco que esta se manifieste.

AUTOFICHA

- Mi arte no es loco ni descabellado, lo que es loco y descabellado es la vida. Me corrijo: en este mundo sería estúpido no hacer cosas locas porque la vida está loca.

- ¿Era válido lo que hacían los artistas del Renacimiento? Quizás también eran criticados, como yo, en su época. Tal vez comparto su espíritu.

- Busco emociones: en lo hermoso, en una idea. Quiero que me quieran, por eso hago obras para gustar. Si yo me siento bien con mi trabajo, quizás a otros les pase lo mismo.


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