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"Mi abuela envolvía el arroz con mis dibujos"

“Hago más política cuando modifico mi estado en Facebook que cuando hago arte”, nos dice Eduardo Tokeshi, quien expone retrospectiva en el Icpna.

Foto: Alberto Orbegoso.
Foto: Alberto Orbegoso.

Eduardo Tokeshi,Artista
Autor: Gonzalo Pajares.
gpajares@peru21.com

Es un magnífico artista. Eduardo Tokeshi expone en el Icpna de Miraflores (Angamos Oeste 120) la estupenda muestra Tokeshi. Retrospectiva (1984-2012). Y, como noviembre parece ser su mes favorito, este 16 inaugura en Fórum (Av. Larco 1150, Miraflores) una selección de su reciente trabajo. No hay que perdérselo: Tokeshi vuelve a una galería después de 11 años.

No hay nada más contrapuesto al arte que los negocios. Tú has transitado por ambas vías. ¿En verdad son contrapuestas?
En términos románticos podría existir una contradicción, pero no es así porque los artistas necesitamos vender nuestro trabajo para vivir. Y yo, gracias al destino, puedo vender mis obras.

¿La cultura niséi tiene cierta sensibilidad para el arte?
Los japoneses son muy manuales, no por gusto tienen el origami, el ikebana. Tienen un ritual sobre lo manual y una sensibilidad y una minuciosidad impresionantes. Sin embargo, en mi familia no hubo ningún artista, solo tuve un abuelo carpintero (ríe).

¿Por qué decidiste ser artista?
Fue una decisión bastante compleja. Entré al arte por descarte, porque no pude ser arquitecto, músico o poeta. Al arte me llevó el asma pues lo único que podía hacer era dibujar. Mi primer material fue el papel de despacho de la bodega de mi abuela, quien orgullosa envolvía el arroz y los fideos con los dibujos de su nieto (risas). Alguien debería hacer un estudio de la relación que hay entre el asma y la creación.

Eres un gran dibujante. Pero no solo dibujas: pintas, ilustras, haces instalaciones…
Para mí, la base es el dibujo porque es la única pulsión que puede graficar el pensamiento. Quizás pertenezco a la última generación de artistas que aún sabe dibujar (risas). ¿El arte es la idea, y la destreza técnica, mera artesanía? Por más conceptual que uno sea, es necesario saber dibujar.

¿Cómo fue crecer y hacer arte en los años 80?
(Piensa). Estuvimos en el ojo del huracán, muy jodidos, y había que tener muchísima fe en nuestro trabajo para seguir creando, para vivir del arte. Muchos ven en mi trabajo un arte político (y menciona su serie de banderas peruanas) pero, para mí, era la manifestación de mi interior, de mi identidad; eran obras para recalcar mi pertenencia. El Perú estaba tan mal que muchos no querían pertenecer a él, pero yo sí. Además, no me quedaba otra (ríe).

Antes, en los momentos difíciles, exponías con frecuencia, pero decidiste callar y vuelves a una sala después de 11 años..
Es que no tenía muchas cosas que decir (ríe). Pero he vuelto: en el Icpna presento Retrospectiva, pero la semana próxima, en Fórum, muestro mis obras recientes. Así, al mismo tiempo, expondré mi pasado y mi presente, lo que no fue (en el Icpna presenta una serie de trabajos inconclusos, su ‘antología del fracaso’) y lo que será.

¿Cómo tomas esto?
Significa enfrentarme con el que fui, con el que soy y con el que seré. Y presento mi ‘antología del fracaso’ porque uno es lo que ha hecho y lo que ha dejado de hacer. Yo soy mis errores y mis aciertos y mis procesos. Por eso expongo hasta mi taller: mis paletas, mis libros, mi mandil…

Eres un gran lector…
Sí. En mi época de estudiante, para pintar me sirvieron más García Márquez, Cortázar y Vargas Llosa que ver una pintura. Otras de mis referencias han sido la poesía, el cine, los cómics, el manga y la televisión. Si me piden un consejo, les diría a los jóvenes artistas que lean; si no lo hacen, estarán jodidos. Uno no debe alimentarse solo con lo visual. La imaginación es un músculo que se nutre con la curiosidad.

Estás casado con Luz Letts, una pintora…
Y lo digo brutalmente: empecé a pintar, a encontrar mi paleta, cuando comencé a salir con Luz. Empecé a pintar porque ella me enseñó a mirar, a ver lo que no veía. Luz fue mi iluminación.

Como artista, ¿cuáles han sido tus hallazgos?
Que para ser pintor en este país hay que tener mucha fe, que la felicidad se puede encontrar en un cuadro. Tengo una compulsión por compartir lo que pienso y lo que hago. De lo contrario, no sería pintor. Para mí, la pintura es una cuestión viral: como no te lo puedes llevar, al cuadro lo tienes que meter en tu sangre.

Sabes que eres un artista importante…
Quisiera que eso lo supieran mis hijos. Pintar es presagiar, dejar un mensaje para el futuro. La trascendencia me interesa porque significa que viviré un poco más que mi cuerpo… y no sé por qué, pues no lo voy a disfrutar (risas).

¿Qué Tokeshi nos depara el futuro?
Uno que dibuja, que pinta y a quien le gusta mucho la ilustración. Un Tokeshi al que le gusta la ternura, que ha criado hijos… Un Tokeshi íntimo y que no deja de jugar.

AUTOFICHA

- Nací en 1960. Crecí en el Centro de Lima. Mi abuelo tenía una bodega-cantina detrás del Parque Universitario. Mi padre tenía un bazar en el
Mercado Central.

- Yo atendía el bazar. Vendía sostenes, ropa interior. Es un plus que me ha dado la vida: saber calcular las tallas de la ropa interior femenina.

- Soy niséi. Recuerdo que en el colegio me hicieron aprender de memoria los nombres de mis 14 antepasados, los incas (ríe). En verdad, siempre los sentí mis antepasados.


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