Francisco ‘Paco’ Bazán,Actor
Autor: Gonzalo Pajares.
gpajares@peru21.com
Francisco ‘Paco’ Bazán pasó de una cancha de fútbol a la televisión y, ahora, al teatro. Véalo en La heredera, la obra de Henry James que Cattone presenta en el teatro Marsano (General Suárez 409, Miraflores). Entradas en Teleticket.
¿Extrañas el fútbol?
No. Extraño los entrenamientos, el vestuario, el día a día, pero la competencia no.
Yo mataría por jugar un minuto por la ‘U’…
Allí entro en conflicto: ser futbolista, pero no sentirme uno. Yo siempre buscaba otras cosas, llegar a donde estoy ahora, pero siempre me ganó el hinchaje, soy más hincha que futbolista. Mis recuerdos de niñez están vinculados con el estadio, con la tribuna. Crecí con el Universitario del 92, donde estaban Tomás Silva, Baroni, Nunes, Reynoso, Martínez, Letelier… Allí se cultivó mi hinchaje y, claro, al hecho de ponerme la camiseta algo más de un minuto (risas).
¿Te sentías un buen arquero?
Sí. Yo tenía muchas condiciones atléticas, hice muy buen trabajo técnico; además, soy apasionado y sensible, guerrero y valiente. Yo tengo una lesión que me siguió toda mi carrera: tengo dos operaciones al hombro y, por eso, sabía que no iba a jugar más de 10 años. Es más, los médicos me dijeron que no jugara al fútbol. Sin embargo, siempre he creído que hay que cerrar etapas. Le dediqué toda mi adolescencia al fútbol y no tuve una vida normal, no iba a fiestas, tenía horarios que cumplir, me entregué a mi profesión. Por eso me pareció injusto haber perdido amigos, repetir el colegio, años de mi vida por el fútbol.
Llegaste a la selección…
Pasé por todas las selecciones, en todas las categorías: sub 17, sub 20, sub 23 y selección mayor. En la Copa América de 2001 fui suplente de Ibáñez. Mis primeros años fueron muy buenos, y prometía mucho, pero el hombro siguió molestándome. Yo era un arquero, como en la vida, de mucho esfuerzo: me sacaba la puta madre en los entrenamientos y, así, llegaba al fin de semana en óptimas condiciones. Pero en 2002, en 2003, la tendinitis se me hizo crónica y vivía lleno de dolor. Estuve seis años esclavizado a mi dolor, a mis operaciones, y esto me sacó de una de mis pasiones… pero la gente nunca supo eso.
Ahora haces lo que te gusta, dices, pero estás en El gran show y en el teatro. ¿Por dónde van tus gustos?
En mi familia hay un gen que nos exige comunicar a través del arte. Me siento un contador de historias.
¿Tu porte te ayudó a llegar a la televisión?
Sí. Esta industria se basa en presencias físicas, en ciertos estereotipos, y posiblemente estoy dentro de ese perfil, pero detrás de mí hay mucho más: he cultivado mi intelecto. Mi gran pasión es la actuación, y lo ha sido siempre. Ahora, yo me he formado, estudié teatro en Nueva York, en la escuela de Sanford Meisner. Consumo libros de grandes maestros de la actuación mundial: Peter Brook, Grotowski, Stanislavski, etcétera.
¿Cómo te sientes en La heredera? Allí trabajas con Regina Alcóver, Hernán Romero…
Muy bien. Justo conversaba con Romero sobre la obra y cómo abordarla. “Dramatúrgicamente, la obra está impostada”, le decía. “Es que esto es un melodrama, está un paso encima del naturalismo. Lo importante es que lo que digas te lo creas, que haya verdad en lo que expresas”, me decía. Por eso, en los momentos cursis y de amor que vivo con Regina siento que hay verdad, honestidad. Y lograr esto con una mujer fantástica es genial.
¿Te sientes un galán?
Prefiero decir que soy un actor. En todo caso, mi búsqueda va por ser un galán que actúa, no quiero ser solo un rostro.
¿Cómo evalúas tu trabajo con Gisela Valcárcel?
Toda mi vida admiré a Gisela, la he tenido como un ejemplo de mujer emprendedora, de madre coraje. Yo admiro mucho a la mujer, sobre todo a la mía, quien es otro ejemplo de coraje: creció sin padre, fue abandonada por su primer esposo y, sin embargo, sacó adelante a sus cuatro hijos que, por entonces, tenían menos de seis años. En Gisela hay una historia alucinante. Por eso, cuando me ofreció el trabajo sentí que era una bendición, un regalo de Dios.
En Gisela ves un modelo a seguir para la mujer peruana…
Sí, es una emprendedora total. Ella representa a muchísimas mujeres peruanas. La economía peruana, las familias peruanas, en su mayoría se sostienen gracias al trabajo de la mujer. Hay muchos matrimonios disfuncionales, hombres que generan violencia de género y, por ello, muchas mujeres ocupan el papel de padre y madre.
Si algo sabe Gisela es hacer televisión…
Uf, no sabes lo que aprendo de ella. Además, es muy generosa. Puede ser severa, pero también es atenta y respetuosa conmigo, y se da tiempo para aportarme su experiencia, para corregirme algunas cosas. Ahora, yo no soy un principiante, pero siento que ya estoy en las grandes ligas, en el show más visto de la televisión peruana, y esto, sin duda, me ha cambiado la vida.
AUTOFICHA
- Actuar en La heredera es el protagónico soñado y me sirve para consolidar mi búsqueda artística. Tener a Regina Alcóver como compañera es increíble, un honor.
- He recibido críticas fantásticas sobre mi de-sempeño en La heredera. Estar rodeado de Hernán Romero, de Ofelia Lazo, solo me ha sumado.
- Estudié teatro en Nueva York, en la escuela de Sanford Meisner. Acá estudié con Leonardo Torres Vilar, mi sensei. Debo acabar mi carrera el próximo año.
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