Beto Ortiz, periodista
Autor: Gonzalo Pajares
gpajares@peru21.com
Para evitar la monotonía dejó el noticiero que lo convirtió en el periodista más poderoso del país. Ahora, Beto Ortiz es juez de Perú tiene talento, conductor del reality El valor de la verdad y pronto saldrá su nuevo programa periodístico, siempre en Frecuencia Latina.
El cambio constante, ¿qué refleja de tu personalidad?
Inquietud, efervescencia, inconformidad permanente. Todo esto es bueno porque no busco asentarme en algo, no me quiero aburguesar… más (risas). Es bueno estar en un lugar, aprender la experiencia y, luego, pasar a otra cosa.
Abre los ojos tenía éxito…
Sentí que me estaba repitiendo, que no había desafío, un reto creativo, solo hacer correctamente lo que había que hacer porque ya le había agarrado el truco. Si buscara el trabajo estable, la AFP, la pensión, me quedaba en Abre los ojos y duraba 20 años. Es el típico trabajo que significa navegar en agua mansa, que te da estabilidad… y monotonía. Llegué a entrevistar a algunos políticos más de 20 veces.
Hubiera sido interesante que un espacio como el tuyo hablase de la ‘repartija’ del Congreso.
Es verdad. Es curioso, pero siempre que dejo un programa al siguiente día pasa algo grande, pero en el Perú seguirán pasando cosas. Mi reto es buscar otra manera de hacer periodismo, una que me resulte difícil: he sido reportero, entrevistador, todo; hoy quiero un nuevo formato, algo que me permita hablar de política de otro modo.
¿Saldrías a las calles con tu letrerito como Claudia Cisneros?
No, las militancias no me ponen.
De izquierda no eres…
A diferencia de los políticos, que dicen “no soy de izquierda ni de derecha sino de abajo” (risas), los periodistas no debemos definirnos políticamente, lo atractivo está en poder conversar con gente de cualquier tendencia; un periodista no debe ser etiquetado. Para ser periodista hay que ser ideológicamente bisexual (risas). Periodistas como Álvarez Rodrich, Patty del Río, Aldo Mariátegui tienen un letrero luminoso: caviares, DBA; yo, no, por eso no me importa que me digan de derecha, de izquierda, progre, agenda gay, anticlerical, fujimorista. Yo no me siento ni caviar ni DBA.
¿Votaste por Fujimori?
Nunca, pero en el 90 trabajé en Página Libre, un diario aprofujimorista. Imagino que trabajar allí ayudó más que votar por Fujimori (risas). En esa época, lo políticamente correcto, lo progre, lo ‘Jason Day’ del momento, era estar contra Vargas Llosa (risas); ahora Vargas Llosa es ‘wow’, pero entonces era defender a Dionisio Romero (risas).
¿Tú estás con Vargas Llosa hoy?
No. Vargas Llosa se calla cuando le conviene, eso alguien debería reclamárselo. Está bien que hable cuando es necesario, pero, en esto de la ‘repartija’, ¿dónde está Vargas Llosa?, el garante, la conciencia moral. ¿Por qué no opina?
Quizás sí sea un político…
Es un pendejo, un superpendejo. Si apoyas a un líder y lo garantizas y lo respaldas, respaldas sus cagadas también, si no lo haces, sales y dices “estoy en desacuerdo”, pero no vale silbar y mirar el techo. No me parece que alguien que en los 90 salió a acusar a los ‘cacasenos y bribones’, por sus omisiones, termine siendo también un poco cacaseno (ríe).
Tú detestas a Toledo…
¿Por qué asumes que lo detesto? No quiero que me quiera mucho –nosotros destapamos lo de las propiedades de su suegra–, pero los desencuentros que tuvimos, pasaron. En la política y en la farándula los rencores deben pasar rápido, si no te estancas. Por ejemplo, voy a entrevistar a Magaly dentro de poco, y con nadie he estado más peleado que con ella.
¿Era necesario que regresase El valor de la verdad?
Sí, porque es un buen programa. Cuando pasó aquello (el asesinato de Ruth Sayas Sánchez, concursante del programa), nuestra reacción corporativa –me incluyo– fue culposa… y no debió ser así. Nuestros competidores se aprovecharon de nuestra desgracia, y nuestra actitud fue flagelarnos, aceptar que éramos el demonio.
¿No tuvieron algo de culpa?
No. ¿Porque entrevistaste a alguien y te dijo algo ocasionaste su muerte? No, pues, allí no hay relación causa-efecto.
¿Te sientes el periodista más poderoso del país?
La verdad, me gustó, que después de tantos cargamontones alguien te diga algo bueno, gusta, por eso me sentí extraño.
Carla García me dijo que eras uno de los hombres de su vida, ¿ella es la mujer de tu vida?
Sería conchudo que yo hable de ‘mujeres’, pero lo fascinante, lo atractivo de nuestra relación también es su inviabilidad. Cuando le propuse matrimonio, ella me dijo “vamos a estar juntos siempre”, si eso es una negativa es la mejor que he escuchado.
¿Le hablas de tus novios?
Nos contamos el uno al otro. Carla sabe todo de mí: viene a mi casa, viaja conmigo, lee mis correos, no tengo nada que esconderle.
AUTOFICHA
- Con mis entrevistados, soy un pésimo anfitrión. Llegan y sigo leyendo el periódico, viendo el twitter. Esto genera una tensión que es buena para la entrevista.
- Ser considerado el periodista más poderoso del país, me gustó; que después de tantos cargamontones alguien te diga algo bueno, gusta.
- Con Carla García tenemos una relación muy especial: una vez, borrachos, cuando su papá era presidente, llamamos a Palacio y dijimos que estaba secuestrada (ríe).
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