Mónica Delta,Opina.21
mdelta@peru21.com
Cierto. Sin embargo, el ver a un grupo humano que defiende una política de nuestro Estado, trabajada con prolijidad, ahínco, con compromiso y con verdadero patriotismo, en una causa que compromete nuestro presente y nuestro futuro, sin enredarse con un doloroso pasado histórico, resulta contundente.
En los dos días de audiencias orales, el Perú partió de una posición simple, pero muy sólida. Chile y nuestro país no suscribieron ningún tratado de limites marítimos. Tanto así que, incluso, la propia cartografía oficial chilena ha variado, de facto, entre 1966 y 1998. Esto sin que nadie pueda explicar cómo y cuándo aparecieron en un mapa linderos marítimos que, evidentemente, benefician al país del sur. El francés Alain Pellet, que defiende la causa peruana, afirma que los argumentos chilenos son insólitos. Chile trata de convertir un procedimiento muy sencillo de delimitación en un “litigio muy complejo”. La verdad , aunque dura, no tiene “recovecos”, es siempre muy simple. Es precisamente en ello que está su fortaleza. Y en este caso parece estar entre los argumentos peruanos que, como bien han adelantado las autoridades chilenas, no traen “novedades”, y nosotros agregamos: pero sí derrumban argumentos fabricados en el tiempo. Hasta ahora hemos visto que Chile quiere armar un rompecabezas con piezas de distintos paisajes. Algo que hasta para un niño resulta absurdo. Pero esperaremos serenos lo que este tenga que decir.
En la cancha peruana, lo que debe haber es tranquilidad. Y si este tribunal nos da la razón, como esperamos, debemos tener la grandeza del que gana. Ese es el secreto para, definitivamente, terminar de derrumbar esos falsos límites y recuperar los que nos corresponden, no por la fuerza, sino por la razón.
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