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Opinión

Como era de esperar, las voces menos tolerantes del país del sur han comenzado a difundir el Plan B que tenían preparado en caso el fallo de la Corte de La Haya les fuese desfavorable.

Fernando Ortega,Opina.21
Columnista invitado

Como era de esperar, las voces menos tolerantes del país del sur han comenzado a difundir el Plan B que tenían preparado en caso el fallo de la Corte de La Haya les fuese desfavorable. Y ese Plan B está ligado al “triángulo terrestre” que Chile se cuidó muy bien que estuviera fuera de las competencias de la Corte y a la naturaleza territorial de la porción de mar ahora “recuperada” por el Perú.

Tras la resaca de la algarabía inicial por el resultado del fallo, ahora le queda al gobierno de Ollanta Humala la etapa más difícil de la implementación de la sentencia. El “triángulo terrestre” de 3.76 hectáreas es irrenunciable. Si en aras de acceder a los 50,000 km2 de mar que hoy nos corresponden, se cediera ese triángulo, el presidente Humala podría ser vacado por “traición a la Patria” de acuerdo con los artículos 117° y 118° de la Constitución.

Respecto a la diferencia de conceptos del “mar territorial” que para el Perú es de 200 millas y para la Convemar, que Chile ha suscrito, es de sólo 12 millas, es claro que Chile pretende alargar al máximo el período de ejecución del fallo de la Corte, porque el Perú tendría que modificar el artículo 54° de la Constitución, acción que tomaría por lo menos un año.

¿Por qué Chile quiere demorar este proceso? La respuesta es obvia: se le viene la demanda de Bolivia ante la misma Corte. De ahí que el criterio del paralelo como límite inicial para fijar la frontera marítima entre Perú y Chile establece una base perfecta en caso, como ya ha sido planteado por Chile en 1975, se otorgue una salida soberana al mar a Bolivia a través de un corredor terrestre que vaya paralelo a la actual frontera peruano-chilena. Así, perderíamos los 21,938 km2 del “triángulo marítimo interno” en favor de Bolivia, a la que correspondería alrededor de 1,000 km2, y de Chile, que recuperaría el resto. Nadie sabe para quién trabaja.


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