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Opinión

El constructor admitió errores. Pero esos caudales en diciembre son rarísimos. Esa crecida y la espectacular llovizna de Nochebuena en Lima cierran un año de extremos climáticos para los limeños.

Abraham Levy, Opina.21
alevy@meteorologica.pe

El constructor admitió errores. Pero esos caudales en diciembre son rarísimos. Esa crecida y la espectacular llovizna de Nochebuena en Lima cierran un año de extremos climáticos para los limeños.

Con lluvias en la sierra limeña –y temperaturas en la costa– más bajas que lo habitual arrancó enero del 2012 bajo la influencia de La Niña.

En febrero, la situación se revirtió.

El mar empezó a calentar (lo que trajo a El Niño costero), y el mayor episodio de lluvia en Lima, en lo que va del siglo XXI, se presentó sobre la capital.

Tras casi 12 horas de lluvia vino una extraordinaria crecida de los ríos Chancay, Rímac y Cañete. La segunda mayor del siglo en el Rímac y la mayor en Cañete.

No tuvimos otoño. Apenas invierno en el año más cálido del siglo XXI en Lima.

Al cierre del 2012, los limeños podemos hacer un inventario climático de nuestro alrededor y encontrar varios sucesos.

Puestos en conjunto, parecen confirmar uno de los postulados más importantes de las teorías de cambio climático: el aumento de los extremos climáticos. Es decir, la repetida presencia de condiciones extremas de calor, humedad, etc. No es poca cosa.


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