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Opinión

“La zona ya es segura y no hay más personas en peligro”, decía el anuncio policial. Le restaba agregar: solo murieron 20 niños y 7 adultos, la vida sigue su curso y la venta indiscriminada de armas también.

Guillermo Giacosa,Opina.21
ggiacosa@peru21.com

El carnaval necrófilo se complace en informar que la actual matanza de Newtown (Connecticut) es la mayor tragedia de una escuela estadounidense y el sétimo tiroteo en un centro de enseñanza en este año. El horror de una sociedad enferma sigue agravándose sin que los estadistas –de alguna forma hay que llamarlos– hagan nada significativo por cambiar el rumbo.

Los tarados de la Asociación Nacional del Rifle de Estados Unidos continúan fieles en su afán de identificar la portación de armas con la libertad, y el ciudadano común, que no tiene quien lo represente –ya que en el Congreso solo están representados los intereses de las grandes corporaciones–, deberá esperar un milagro o una debacle, cuyas dimensiones impida seguir ocultando el teatro montado en torno al comercio de armas, las guerras absurdas en el exterior y la dramática violencia al interior del país. “Nos dijeron que cerráramos los ojos”, contó una pequeña de 9 años. Y esa es la síntesis de lo que EE.UU. le dice a sus ciudadanos. Cierren los ojos. De nada valdrán las banderas a media asta, ni los lamentos de Obama. Han creado una cultura de la muerte y estos son los resultados. Hasta algunas iglesias están involucradas en la portación y manejo de armas. Ya citamos aquí a un pastor: “Tengo mi pistola a la misma distancia que mi Biblia”. El senador Murphy afirmó condolido que reza “por esos niños y por sus familias”. Mejor sería que rezara menos y legislara mejor.


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