Mónica Delta,Opina.21
Entiendo que a los 37 años, con el poder en los puños y con cualidades políticas, que su grupo percibe en usted, es muy difícil aunque, espero, no imposible, ponerse límites. Es complicado, sabemos bien, autorregularse y no estar permanentemente dando luz verde o luz roja a los ministros . Más difícil aún es colocarse como primera dama en una dimensión distinta, ante la opinión publica, porque eso de sentirse, únicamente, la esposa de alguien que fue elegido para gobernar, habiendo sido parte fundamental de la campaña electoral y habiendo estado activa en el movimiento político es inaceptable para alguien con sus pretensiones. Es lógico sentir la tentación permanente de gobernar, así no haya sido ni elegida ni designada para ningún cargo público. Es sicológicamente atendible y, seguro, frustrante que “estando” en el centro de las decisiones no pueda tomarlas si es parte de este proyecto. Lógico también, desde la ceguera del poder, es creer que no hay por qué admitir la “intromisión” de la mayoría ciudadana que pide que “la compatriota Nadine” se ubique con un perfil adecuado, porque es más fácil caer en la tentación de percibirse indispensable e irremplazable, con una “arrolladora personalidad “que desquicia a los envidiosos”. Sin embargo, por el bien del gobierno y la institucionalidad del Perú, es menester ciudadano sugerirle prudencia, menos exposición, más inteligencia emocional y sutileza ante el país. Al final, una conducta apropiada, dentro de una democracia representativa, le dará mejores réditos políticos para continuar en la escena electoral, en el 2021, no antes.
Atentamente,
Otra compatriota.
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