“Caiga quien caiga”

Guido Lombardi,Opina.21
Ayer se presentó el libro de José Ugaz, el cual cuenta “la historia íntima de cómo se desmontó la mafia fujimontesinista”. Se trata de un testimonio narrado en primera persona y que sigue la cronología de los hechos desde que se iniciaron: a las dos de la tarde del 1 de noviembre del año 2000, cuando Ugaz recibió una llamada telefónica del edecán del entonces ministro de Justicia, Alberto Bustamante.

A partir de ese momento, todo ocurre a una velocidad vertiginosa. En el transcurso de las horas siguientes se decide designar a Ugaz como procurador ad hoc para investigar el pago ilegal al congresista Alberto Kouri.

Coincidentemente, el embajador suizo en Lima notifica que en Zúrich se han detectado cuentas de Vladimiro Montesinos por un monto de 48 millones de dólares.

Apenas unos días después, Canal N transmite una entrevista a Roberto Escobar Gaviria, hermano del mayor narcotraficante colombiano, Pablo Escobar, en la que afirma haber sido testigo de una llamada telefónica de Montesinos, “que llamaba para agradecerle en nombre de Fujimori, a quien mi hermano había donado la suma de un millón de dólares para su campaña presidencial de 1990”.

El hecho provoca la huida de Alberto Fujimori y su renuncia desde el extranjero cuando ya la procuraduría había solicitado iniciar una investigación por lavado de dinero. Más adelante aparecerían Matilde Pinchi Pinchi, la ‘Pollito’, y sus asombrosas revelaciones.

La narración es tan vertiginosa como los acontecimientos y su lectura indispensable para los jóvenes de hoy que quieran conocer los niveles de envilecimiento a los que llegó el país.

Y, aunque tenga el mérito de devolvernos la confianza en que “por más bajo que se caiga, siempre habrá una masa crítica que constituye la reserva moral de un país”, nos previene sobre la necesidad de mantenerla activa: no es casualidad que el último capítulo se refiera a López Meneses.