Carlos Basombrío,Opina.21
cbasombrio@peru21.com
La historia me impresionó y desde entonces pienso que a un anciano enfermo, por más criminal que sea, se le puede tener piedad y dejarle pasar sus últimos tiempos en su hogar.
Por eso, cuando se empezó a discutir lo del indulto a Fujimori, opiné a favor. Ello no cambia un ápice mi condena a su régimen, la que mantengo desde el mismo 5 de abril, y mi satisfacción con que los tribunales hicieran justicia.
El punto es otro: no creo que para dar ese tipo de indultos haya que esperar a que alguien esté moribundo y dárselo en su ruta al cementerio, como acaba de suceder con Isabel Jiménez; o ni siquiera dárselo y dejar que muera en prisión, como ha pasado con el dirigente cocalero Iburcio Morales. Ambas cosas no me parecen humanitarias.
Ahora bien, me parece desagradable, casi nauseabundo, que los fujimoristas hayan montando todo un operativo psicosocial para “victimizarlo”. Primero una foto estudiada para dar pena (cualquiera desde ese ángulo, despeinado y con cara de mala noche, sale así). Después vino el “perdón”. Como bien ha dicho Szyszlo, “el que un expresidente pinte un cuadro horrible, una caricatura, pidiendo perdón, es ridículo y una falta de respeto a la nación”.
Estamos ante operativos psicosociales de pacotilla (sin Montesinos no son nada). Dicen que los hacen quienes le dieron la “brillante” idea de regresar al Perú, vía Chile, en el 2005, lo que creían propiciaría un levantamiento popular que lo llevaría de vuelta a la presidencia.
¿Fujimori coordina todo esto? Pues para eso se necesitaría una vitalidad que no condice con la de alguien enfermo y deprimido. ¿Lo está?
Si te interesó lo que acabas de leer, recuerda que puedes seguir nuestras últimas publicaciones por Facebook, Twitter y puedes suscribirte aquí a nuestro newsletter.