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Opinión

Pocas veces se ha visto que se acepte abiertamente una intromisión extranjera en forma tan descarada como la actual.

Mauricio Mulder,Pido la palabra
Congresista

Aunque lo de Datum es en realidad un simulacro, no una encuesta de intención, y tiene un margen de error de más de 5 puntos y una muestra de solo 300 personas, no debe extrañar que haya aproximaciones en materia de intención de voto porque esa es una tendencia natural en todo proceso polarizado, como demostró, por ejemplo, el referéndum constitucional de 1993.

Pero lo que resulta paradójico es que en ese proceso de confrontación polarizante, el análisis de la gestión de la alcaldesa de Lima, Susana Villarán, que es al fin y al cabo la razón de este proceso, está completamente ausente del debate, sobretodo de parte de quienes defienden el NO, que, lejos de presentar sus obras y sus logros, apelan simplemente a tratar de “posicionar” la palabra NO en el subconsciente de los electores, apelando a sentimientos de profunda aceptación social de identificación.

Pero es un espejismo inútil, no sólo porque los seres humanos no somos robots, autómatas, que porque nos repiten hasta la saciedad la palabra NO la vamos a escribir en el voto, sino porque la población limeña tiene la suficiente experiencia y conocimiento democrático como para saber que le están disfrazando las respuestas que esta deseando escuchar sobre el comportamiento de sus autoridades y sobre lo que están haciendo con su dinero.

Por eso resulta deplorable que este empobrecimiento del debate sea consecuencia de las manipulaciones mediáticas que con gran dinero –sólo en paneles más de un millón de soles– haya traído un grupo de brasileños que en su país estuvieron conectados a una práctica muy común de comprar con grandes cantidades de dinero el voto de diputados, senadores o concejales. Es decir, que han llevado a la política de que todo tiene un precio y de que es cuestión de simplemente pagarlo.

Con todo lo que ha tenido de defectos nuestra democracia, pocas veces además se ha visto que se acepte abiertamente una intromisión extranjera en forma tan descarada como la actual. Si en el 2011 el chavismo intervino para ayudar a Ollanta Humala, por lo menos buscaron ocultar su presencia y camuflar sus aportes, disfrazando a los aportantes o haciendo que fueran peruanos los que asumieran los aportes que se reportaban a la ONPE. Pero hoy, aunque no quiera dar la cara, todos sabemos que es un turista extranjero como el señor Luis Felipe Wernus, (a) “Luis Favre”, el que está detrás del descomunal bombardeo mediático que se acaba de desatar y que, sin duda, seguirá bombardeándose en las semanas que faltan, para tratar de lograr un cambio en la sólida posición limeña en favor del Sí a la revocatoria.

No será de extrañar que empiecen a aparecer en televisión spots de alto contenido emocional que trasladen en imágenes firmes aquello, por ejemplo, de que “le digo no a la violencia contra la mujer” con escenas de golpes aterradores sobre una dama. Todo vale.

Pero ¿y Lima? ¿Alguien se acuerda de que los limeños reclaman respuestas en materia de seguridad ciudadana, de transportes, de acceso a condiciones básicas de vida, de obras de infraestructura que les faciliten la vida? Estoy seguro de que la gente, sobre todo los sectores más populares, tiene ello muy presente porque siente esas carencias cada vez que sale de sus casas. Y ellos saben que Susana Villarán ya perdió dos años sin hacer nada, y creen que no deben perder dos años más.


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