ROMA (Reuters).– Tuvieron que pasar al menos 600 años para que un Papa en actividad se reuniera con su antecesor. El hecho inédito sucedió ayer en Castel Gandolfo, cuando Francisco visitó a Benedicto XVI.
Las imágenes distribuidas por el Vaticano mostraban a ambos vestidos de manera casi idéntica con ropa clerical y solideos blancos, abrazándose apenas el actual Papa descendió de su helicóptero.
La única diferencia era que Francisco llevaba una sotana con una capa corta encima y una faja blanca en torno a su cintura, ambos símbolos de su autoridad.
Cuando fueron a orar a la capilla, Benedicto XVI le ofreció a Francisco el lugar de honor, un reclinatorio antes del altar que el Papa rechazó diciendo: “Somos hermanos, rezaremos juntos”.
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