Ambos técnicos dicen que no hay morbo, pero el domingo y el miércoles jugarán un partido aparte.
Daniel Ahmed
“No soy de sufrir, trato de prepararme interiormente para responder exteriormente. Yo practico la meditación. Cuando era jugador profesional, me ahogaba en los partidos, no podía controlar eso. Me enviaron a un profesional que me enseñó a calmarme, a respirar y a encontrar técnicas para controlarme”.
A pocas horas de la primera final por el título nacional, Daniel Ahmed sorprende con una confesión que explica su carácter tranquilo, aquel sello que, en los peores momentos de Cristal, era visto como un signo de debilidad.
Por el contrario, esa calma fue la clave para capear el temporal cuando muchos pedían su cabeza debido al errático paso de Sporting Cristal. De pronto, todas las cosas se pusieron en su lugar: llegó el goleador (Sergio Blanco), la defensa se hizo más estable y los talentos, como Lobatón, tuvieron más apoyo para inventar. El título del Clausura fue consecuencia de ello. “Este Cristal será agresivo y protagonista”, dijo el 3 de enero cuando lo presentaron. Finalmente, no se equivocó. Ahora debe ratificarlo.
Roberto Mosquera
Hablar con Roberto Mosquera puede dejarnos con el oído cansado pero la cabeza contenta. Sus charlas se extienden hasta el infinito y más allá, pero tienen la base sólida del hombre que sabe lo que quiere. Dio espectáculo con Bolognesi (2002), metió a Sport Huancayo en la Copa Libertadores (2011) y le dio un título nacional (2012) a un Cristal que en pleno campeonato 2013 lo despidió porque pretendía otro ‘estilo’, o sea, a Ahmed. Pero Roberto encontró rápidamente un hogar en Chiclayo. Volvió a darle forma a un proyecto y, este año, tras pelear el Torneo del Inca hasta el final, llevó al ‘Ciclón’ a la conquista del Apertura.
Bajo su mando, Juan Aurich tuvo protagonismo y disciplina. A veces ganó con pragmatismo y otras con estética. Sea con el 3-5-2 o el 4-4-2, el equipo de Mosquera tiene nivel para tumbarse a cualquier rival. Allí están los puntas Rengifo y Pacheco, el tiempista Vílchez y los carrileros Céspedes y Cuba para demostrarlo. El pobre Clausura no preocupa al técnico. La hora es la hora.
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