José Carlos Yrigoyen: La amenaza entre las sombras

Siempre resulta refrescante encontrar, entre tantos libros de cuentos correctos, bien escritos, cuidadosamente peinados y engominados, a un autor que está más preocupado por dar voz a los sórdidos e impronunciables fantasmas que lo acosan que por cumplir puntillosamente las instrucciones de los manuales literarios. Este es el caso de Una calma aparente, que acaba de publicar Christian Solano (Lima, 1976). No es un libro redondo, ni siquiera uno que exhiba constante regularidad en los textos que lo conforman; pero sí tiene, dentro de sus zonas erróneas y los jirones que le cuelgan aquí y allá, una materia oscura, escabrosa y punzante que incomoda y sobresalta al lector en no pocas de sus páginas.

El libro inicia con Familia, cuento de interés que, más allá de una resolución algo tremendista, desarrolla con dura frialdad la degradación sexual de una adolescente que seduce y conduce a la perdición a su padrastro para vengarse del abandono y desprecio hacia su madre; sus armas son maquiavélicas argucias y mentiras mortales. Similar a este relato es Paradero inicial, donde el chofer de una combi también es inducido por una lúbrica adolescente hacia un adulterio que termina en cruel humillación. En estos cuentos, como en otros del conjunto, Solano pone claras las reglas de su mundo: 1) En él las mujeres poseen una habilidad que los hombres no pueden comprender, y por eso acaban siendo sus víctimas inevitables. 2) El sexo es una fuerza negativa que tritura o conduce a la ruina a quienes son atraídos por ella. El resto es el caos.

El abuso sexual es también recurrente en esta dimensión maligna y autoritaria: se presenta como tema principal de Patinadores del espacio, un relato herido por su propuesta técnica, por ratos confusa y escasamente eficaz, sobre un niño que es horriblemente ultrajado con la promesa de ser parte del grupo de sus héroes más cercanos. Más allá de ciertos descuidos formales, el cuento no deja de contener tramos donde los detalles turbadores y la atmósfera decadente del lugar, al que el pequeño protagonista es confinado, cobran inusitada fuerza y lo salvan de lo fallido.

Pero esto no siempre sucede. Un grupo de narraciones de Una calma aparente se queda a medio camino y a pesar de que prometen mucho en un principio, al finalizar su lectura solo queda una sensación de desconcierto o insatisfacción. Eso pasa especialmente con la que da título al libro, acerca de un periplo hacia Centroamérica que es al mismo tiempo oportunidad para reivindicar un frustrado pasado sentimental. Lo malo es que la mínima anécdota se agota antes de que el cuento siquiera levante vuelo. En menor medida sucede lo mismo con Periodo de prueba y Primera vez, aunque el caso más ominoso es Parque de las Leyendas, largamente el peor de todos los relatos del libro, artificioso, impostado y con una resolución floja, melodramática y previsible.

Love will tears us apart, en cambio, es un logro indudable y el mejor cuento de todos. La historia de desencuentros amicales y amorosos animada por personajes sólidos y complejos –entre los que destaca la misteriosa, lenguaraz y voluble Silvia– está escrita con una sencillez que no oculta una profundidad emocional y una verdadera comprensión de las relaciones humanas y de las pequeñas tragedias personales, sin caer en la afectación y en los regodeos que ensombrecen algunas de sus composiciones. Tal vez esa sea la elección a seguir en el futuro.

Apreciación:

• ‘Una calma aparente’
• Animal de invierno, 2017. 117 pp.
• Relación con el autor: ninguna.
• Puntuación: 3 puntos de 5 posibles.

No se pierda la próxima Columna Vertebral sobre ‘Sustitución’, de Jack Martínez.