Así como el cosmos tuvo en Carl Sagan al gran divulgador de sus secretos, las profundidades de los océanos fueron desentrañadas por Jacques Cousteau, quien nació un día como hoy, pero hace 105 años en Saint-André-de-Cubzac (Francia).
Oficial naval, explorador, investigador, inventor, cineasta y fotógrafo, Jacques-Yves Cousteau, quien solía autodefinirse como un “técnico oceanográfico”, protagonizó de entrañables documentales emitidos en canales locales de señal abierta entre las décadas de 1970 y 1980. Por ello, no sería raro que algún ‘millennian’ o menor de 30 años no sepa de quién hablamos.
Si empezamos por una descripción física, Jacques Cousteau era un hombre muy delgado, de piel curtida por el sol y el mar, usaba lentes, vestía siempre algo azul y una gorra roja de lana. Así es, si viste The Life Aquatic (2004) de Wes Anderson, el personaje principal (Steve Zissou) se parece al explorador francés, y es que la película está dedicada a él.
Pero ‘El comandante’ –como solían llamar a Cousteau– no solo aparecía en la pantalla chica al mando de su barco ‘Calypso’ (que inspiró una canción homónima de John Denver en 1975).
En 1955, codirigió con un joven Louis Malle el largometraje documental El mundo del silencio, el cual ganó la Palma de Oro del Festival de Cannes de 1956, así como un premio Oscar al año siguiente. También dio nombre a un libro que publicó en 1957 y que era no otra cosa que la novelización de la película.
Tal fue la repercusión de El mundo del silencio que el título es usado por para hacer referencia al mundo submarino. Si haces la búsqueda en francés (Le monde du silence) verás que salen diversos resultados en Google.
A Cousteau se debemos el ‘divulgacionismo’ de conceptos científicos en la televisión actual, algo que no fue bien visto por algunos especialistas de la época. Y es que él compartió sus conocimientos del llamado ‘Continente Azul’ en más de 110 documentales de la serie para TV L’Odyssée sous-marine du Commandant Cousteau, que en Sudamérica se llamó El mundo submarino de Jacques Cousteau.
Pero el ‘El Comandante’ también tiene sus detractores. Cuando El mundo del silencio se exhibió, la gente aún no estaba sensibilizada sobre la protección de las especies y escenas como la pesca con dinamita o la masacre de tiburones puede herir susceptibilidades en espectadores de ahora. Por ello, muchos no dudan en tildarlo de ‘delincuente’ o hasta ‘embaucador’ por usar estos métodos poco ortodoxos.
A Jacques Cousteau también le debemos la escafandra autónoma, aparato usado hasta ahora por los buceadores para respirar bajo el agua y que creó con el ingeniero Émile Gagnan; el hallazgo de restos del HMHS Britannic, un trasatlántico que se hundió frente a las costas de Grecia en 1916; participó en el diseño de la turbovela (tecnología para que un barco se mueva con energía eólica), descubrió nueva especies marinas, creó la Sociedad Cousteau para proteger la vida oceánica, adaptó cámaras fotográficas al medio acuático y es autor de la Carta de Derechos de las Generaciones Futuras.
Su compromiso con la conservación marina tuvo un episodio clave en 1960, cuando la Comunidad Europea de Energía Nuclear iba a tirar desperdicios radioactivos al mar. Cousteau organizó una campaña y logró detener el tren que llevaba los peligrosos desechos con ayuda de mujeres y niños que se sentaron en las rieles.
Mención aparte merece sus experimentos científicos Précontinent I (1962) y Précontinent II (1963), los cuales relata en el libro y en el documental El mundo sin Sol (1964), aunque también hubo un Précontinent III (1965).
Se trató un proyecto de vivienda bajo el mar que más parecía un ovni y cuya tripulación fue bautizada como oceonautas o aquanautas, en honor a Jasón y los argonautas de la mitología griega. Su objetivo era que los participantes se adaptaran a vivir y trabajar con la presión bajo el agua.
Cinco aquanautas lograron en Précontinent II vivir 30 días a 10 metros de profundidad en el Mar Rojo de Sudán y en Précontinent III, 6 oceonautas estuvieron en el mar de Saint-Jean-Cap-Ferrat (Francia) a 100 metros de profundidad, el doble de lo que se consideraba en ese entonces como el límite extremo de las posibilidades humanas.
Pero en 2014, Fabien Cousteau –nieto de ‘El Comanadante’– pasó 31 días bajo el agua en el laboratorio subacuático Aquarius con el proyecto Mission 31, a 20 metros de profundidad en Cayo Largo (Florida, EEUU). De este modo, rompió un récord y superó los 30 días de su abuelo. También recogió una gran cantidad de datos científicos de la zona.
Por @D_Ubillus_S en Twitter
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