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Columna vertebral: Recuento del año 2016 (II)

“Este 2016 ha sido devastador para la literatura peruana: se llevó a figuras incuestionables de nuestra tradición que sentíamos tan cercanas como intemporales”.

ENSAYO
Me quedo con Pensando a la derecha, de Antonio Zapata, acucioso trabajo sobre nuestros partidos conservadores, su labor en el gobierno y sus cuestionables caudillos. También con Paulo César Peña, quien a pesar de su juventud ha escrito un lúcido ensayo maniáticamente documentado y sumamente recomendable: 1945: Jorge Eduardo Eielson. Vida y canción en Lima, centrado en los primeros años de la carrera del poeta de Reinos.

LITERATURA JUVENIL
Te escribí mañana, fresca y emotiva novela de Gustavo Rodríguez, es lo mejor en este rubro y en general uno de los libros más originales entre los aparecidos en los últimos doce meses.

LITERATURA INTERNACIONAL
Este fue el año de una joven norteamericana que a los 27 años publicó una novela sorprendente por su madurez, su labrado lenguaje y profundo conocimiento de la condición humana: me refiero a Emma Cline y a su notable Las chicas. Un libro que todos deberíamos regalar esta Navidad a quien más queremos. Debo mencionar también a Bailando en la oscuridad, la cuarta entrega de la saga Mi lucha, capitaneada por el incómodo pero adictivo Karl Ove Knausgard, que si bien no está a la altura de los dos primeros volúmenes de su proyecto, no carece de interés. La compilación de cuentos de Lucia Berlin, Manual para mujeres de la limpieza es simplemente deliciosa. Un libro perturbador y terrible que marca durante buen tiempo al lector es La débil mental de la argentina Ariana Harwicz. Menos lograda, pero de todos modos atractiva, es Sudor, de Alberto Fuguet, una novela que sería de culto si se hubiera publicado quince años antes.

CÓMIC
La novela gráfica del año pertenece a Eduardo Yaguas: su Multitudes es un alarde de oficio e imaginación en un 2016 bastante pobre en este rubro. Destaca, asimismo, Quemier de Gino Palomino. Y no hay mucho más.

REEDICIONES
La reedición del año es la de La conciencia del límite último (1990), de Carlos Calderón Fajardo. Por primera vez esta excelente novela policial recibe el trato que merece, pues las ediciones anteriores de Mosca Azul y Altazor estaban plagadas de erratas y gazapos de alto calibre. Tusquets llegó para corregir tanto entuerto. También merece mencionarse Otra vida para Doris Kaplan (2009), de Alina Gadea.

LOS QUE NOS DEJARON
Este 2016 ha sido devastador para la literatura peruana: se llevó a figuras incuestionables de nuestra tradición que sentíamos tan cercanas como intemporales. El primero fue Oswaldo Reynoso, maestro de varias generaciones de escritores peruanos y autor de al menos tres libros canónicos: Los inocentes (1960), El escarabajo y el hombre (1970) y En busca de Aladino (1993). Era un hombre frontal, polémico y difícil, características que comparte con otro autor que este año decidió partir a la eternidad: Rodolfo Hinostroza, uno de los poetas más trascendentales de la segunda mitad del siglo XX. Así lo demuestran libros fundamentales como Consejero del Lobo (1965) y Contra natura (1971). También fueron de lamentar los fallecimientos de José Antonio Bravo y el de Miguel Gutiérrez, novelista de primer orden cuya La violencia del tiempo (1991) constituye uno de los hitos de la ficción latinoamericana de la segunda mitad del siglo XX. En estos casos la muerte es solo algo relativo. Que el 2017 sea más clemente con nuestros patriarcas y leve para todos ustedes.


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