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Columna vertebral: Recuento del año 2015 (II)

El crítico literario José Carlos Yrigoyen nos da sus apreciaciones sobre antologías, cómics peruanos y eventos culturales.

ANTOLOGÍAS
El buen momento por el que pasa la narrativa peruana ha motivado la aparición de diversas antologías enfocadas en nuestros escritores menores de cuarenta años, es decir los protagonistas de esta interesante y dinámica etapa que ha extraído a nuestra literatura de un largo marasmo. Las más interesantes son Selección peruana 2000-2015 de Ricardo Sumalavia y El fin de algo. Antología del nuevo cuento peruano 2001-2015 de Víctor Ruiz Velazco. En ambos casos estamos ante selecciones en general bien diseñadas, con varios nombres coincidentes y que cumplen con el mínimo requisito de entregarnos un panorama más o menos demarcado de nuestra narrativa actual. El defecto de las dos es el mismo: prólogos confusos que no alcanzan a justificar sus delimitaciones ni a señalar de forma convincente las características que diferencian a esta generación de las anteriores. También vale la pena mencionar Se venden marcianos, muestra de relatos de ciencia ficción peruana, antología a cargo de José Donayre Hoefken, que indaga en un género que luego de muchos años de marginalidad y prejuicios va ocupando el sitio que merece en nuestra tradición.

CÓMIC
Cada año que pasa el cómic peruano da lentos pero seguros pasos hacia su madurez y consolidación. Este 2015 no ha sido distinto: buenos libros como Estética unisex de Rodrigo La Hoz o Dioses y hombres de Huarochirí de Miguel Det así lo demuestran. Quizá el título más llamativo sea la novela gráfica Señorita Laura, publicada por el trinomio Marco Sifuentes-Hernán Migoya-Ricardo Montes, que a partir de un óptimo trabajo de investigación reconstruye la sórdida vida de Laura Bozzo y sus consecuencias, tanto públicas como privadas. El resultado es favorable, más allá de algunas cosas que limar, e invita a seguir los pasos de estos imprevisibles muchachones.

EVENTOS
La Feria Internacional del Libro 2015 ha sido quizá la mejor que recuerde. Una organización renovada, una delegación invitada –la de Francia– que a pesar de la ausencia de algunos nombres clave no defraudó, un incremento de ventas nada desdeñable y varias mesas de excelente nivel. No solo eso: esta FIL fue escenario de lo que con seguridad es un hecho inédito en cualquier feria del libro de la que se tenga registros: las 19 (o 21, nadie llevó la cuenta) presentaciones donde participó el escritor Francisco Ángeles, quien en todo instante dio muestra de una resistencia física y psicológica francamente envidiable. Bromas aparte, a pesar de sus progresos esta FIL aún está lejos de equipararse con otras ferias de la región: antes de pensar en grande tiene que solucionar ciertos problemas logísticos elementales y, sobre todo, cambiar sus insalubres baños, más propios de un concierto callejero de medio pelo que de un evento de ribetes internacionales. Otro de los acontecimientos insoslayables del año fue el Hay Festival celebrado en Arequipa, oportunidad para que los escritores peruanos departieran con figuras como Irwine Welsch, Fernando Savater, Leila Guerrero y Alberto Fuguet, cuyas actividades cumplieron ampliamente con las expectativas del público. Hay que mencionar a la primera Feria de Lima Norte (Felino) que si bien muestra las falencias de cualquier proyecto cultural que recién empieza, es un esfuerzo que debe tener continuidad y necesaria asesoría en sus próximas ediciones. Y eso es todo. Feliz Navidad y que el 2016 sea todavía mejor.


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