La mafia peruana-iraquí dirigida por dos presos del penal Sarita Colonia que fue desarticulada los últimos 15 días tenía un laboratorio para procesar droga en Ventanilla.
En dicho lugar, además, impregnaban la droga en prendas de vestir, que eran sacadas del país por tierra, a través de la frontera con Bolivia y Brasil.
Para esta tarea empleaban a jovencitas, que eran captadas en la selva peruana, pero que eran traídas a Lima con la finalidad de llevar el estupefaciente. Les daban de S/.300 a S/.400 como bolsa de viaje.
Una vez fuera del país, las abandonaban a su suerte y nunca les entregaban el dinero por el trabajo, entre tres mil y cinco mil dólares. Cuando la droga se encontraba en Brasil o en Bolivia, la banda de narcotraficantes contrataba a turistas, quienes la sacaban a diversos países de Europa, Asia y África.
Así lo confirmaron a Perú21 fuentes de la Dirección Antidrogas de la Policía Nacional. El laboratorio estaba ubicado en la Mz. K1, Lt. 14 del AA.HH. Nuevo Pachacútec.
También revelaron la identidad de algunos de los 22 detenidos, entre los que se encuentra Ignacio Silva Santisteban, quien era el ‘químico’ de la organización. Los otros son Coral Ambicho, Martín Saavedra, Alexandro Cáceres, Angelo Agurto, Karem Reátegui y los hermanos Teddy Mamuyama.
Las primeras investigaciones establecieron que el reo Gerson Gálvez Calle, ‘Caracol’, era el que financiaba toda la operación y actuaba en complicidad con el interno iraquí, Raffit Jabo.
Según la PNP, ‘Caracol’ conoció en prisión a dos extranjeros, quienes, al salir de la cárcel, se convirtieron en sus nexos para las operaciones de envío de droga a diversas partes del mundo.
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