Mariella Sausa
Alejandrina y Betsabé se parecen mucho. Las dos son delgadas, de mediana estatura, tienen treinta y tantos años, dos hijos a los que adoran y ambas huyeron de sus hogares asustadas y cansadas de las parejas violentas que las celaban y las golpeaban constantemente.
Alejandrina y Betsabé estuvieron a punto de ser una estadística más en la larga lista de feminicidios que cada día crece en el Perú. Felizmente reaccionaron a tiempo, decidieron dejar atrás la violencia, buscaron ayuda y obtuvieron refugio en las casas de acogida para mujeres víctimas de violencia que existen en el país.
En todo el Perú solo hay 39 de estos hogares, de los cuales 11 son administrados por los gobiernos locales, 8 por la Beneficencia Pública, 10 por diversas organizaciones de la sociedad civil y 10 por la Iglesia. Sin embargo, la cifra resulta insuficiente para atender a la gran cantidad de peruanas que cada día denuncia la violencia familiar y sexual.
Solo entre enero y setiembre de este año se presentaron en el país 100 feminicidios, 204 tentativas de feminicidio, 44,739 casos de violencia familiar y 5,267 casos de violencia sexual. Eso sin contar los casos que no se denuncian.
Alta demanda
Betty Olano, directora ejecutiva del Programa Nacional Contra la Violencia Familiar y Sexual del Ministerio de la Mujer y Poblaciones Vulnerables, señaló que con las casas de acogida existentes hoy en día solo se atiende al 20% de las mujeres en situación de alto riesgo porque son violentadas por sus parejas y necesitan protección, ya que su vida corre peligro y no cuentan con soportes familiares ni sociales.
“Al menos deberíamos tener una casa de acogida en cada departamento, aunque lo ideal sería más de una, porque es diferente atender a víctimas de la violencia en la capital o ayudar a las mujeres que viven en provincias”, dijo.
Hasta julio de este año, la responsabilidad de la creación, implementación y administración de las casas de acogida temporal recaía en los gobiernos locales, los cuales contaban con la asesoría técnica del Ministerio de la Mujer, que capacitaba a los operadores de estos hogares, brindaba atención psicoterapéutica a las personas albergadas y ocasionalmente asignaba personal especializado.
Con la nueva Ley 30364, para prevenir, sancionar y erradicar la violencia contra las mujeres y los integrantes del grupo familiar, se amplió la competencia del Ministerio de la Mujer, que ahora, en coordinación con los gobiernos locales, también puede implementar hogares de refugio temporal y encargarse de su amoblado y contratación de personal.
“Con esa potestad, el ministerio aprobó una ampliación del presupuesto 2016 por 900,000 soles para implementar dos nuevos hogares de refugio que serán abiertos este año en Lima y en Huancavelica”, señaló Olano, quien refirió que además se está coordinando con el Gobierno Regional de Ayacucho para implementar otra casa de acogida en esa jurisdicción.
Nueva casa refugio
Precisamente esta semana el presidente del Consejo de Ministros, Fernando Zavala, y la ministra de la Mujer, Ana María Romero-Lozada, inauguraron en el distrito de Carabayllo, en Lima, la primera casa de acogida implementada en el marco de la nueva ley, la cual tiene capacidad para albergar gratuitamente a 25 mujeres víctimas de violencia solas o con sus hijos.
“Este servicio es para las madres que no tienen donde ir, puesto que muchas veces en la casa donde habitan también vive el agresor. Los profesionales de los Centros de Emergencia Mujer son los encargados de derivar a las mujeres que lo necesitan y aquí recibirán no solo protección, sino también asesoría legal y psicológica”, aseguró la ministra.
Romero-Lozada sostuvo que en estos hogares –que tienen las mismas comodidades de una casa y cuya dirección no se divulga para que los agresores no sepan dónde están las víctimas– también se ofrecerá a las mujeres la oportunidad de capacitarse en talleres productivos. “Esta es una forma de preparar a las mujeres para que se enganchen a la bolsa de trabajo y se aparten del ambiente hostil y de agresión en que viven, pues si la víctima logra independizarse económicamente, generar sus propios ingresos y sacar adelante a sus niños, su recuperación psicológica será más fácil y tendrá una alternativa de vida”, manifestó la ministra.
En la implementación de cada casa el Ministerio de la Mujer ha invertido un promedio de 400,000 soles, pero a eso se debe agregar el servicio del personal, lo cual hace que el presupuesto anual por cada uno de estos hogares bordee el millón de soles. Por su parte, el gobierno local se encarga de las instalaciones, el pago del personal que administra la casa, la vigilancia y la alimentación de los albergados.
El premier Fernando Zavala refirió que, como parte del compromiso del gobierno para luchar contra la violencia hacia la mujer, se espera implementar, el próximo año, al menos cinco nuevas casas de acogida para recibir a más víctimas, pero además se trabaja en la instalación de más talleres productivos para la recuperación de las mujeres maltratadas, así como en la ampliación del servicio de la Línea 100, a fin de recibir más denuncias de mujeres que son víctimas de violencia.
Según las estadísticas del Ministerio de la Mujer, los departamentos con mayor incidencia de violencia contra la mujer son Lima (11,853 denuncias), Cusco (5,022), Junín (3,346), Áncash (2,832) y Arequipa (2,517), y es allí precisamente donde se harán los esfuerzos de implementar más casas de acogida.
Mientras tanto, para atender la demanda, el Ministerio de la Mujer ha ampliado el horario de servicio de los Centros de Emergencia Mujer y ya hay cinco de estas oficinas que reciben las denuncias las 24 horas del día. Asimismo, el próximo año se colocarán 50 módulos de atención integral en las comisarías que registran más casos de violencia.
Betsabé (26 años)
Betsabé cierra los ojos y agacha la cabeza. Ella prefiere no recordar los días de violencia que vivió al lado de su ex pareja. “Estaba sola en Arequipa con mis dos niños. Él siempre me golpeaba, me insultaba y yo simplemente aguantaba; nunca respondía. Pensaba que los hombres eran así y que ese infierno era mi destino, que no podría cambiarlo. Un día él quiso golpear a mi hijo y me di cuenta de que eso no era normal. Sin pensarlo mucho agarré mis cosas y tomé un bus a Lima”, recuerda.
Betsabé no es su nombre, es el nombre que ha elegido para no ser reconocida, pues la joven madre, junto a sus dos niños, vive hace tres años en una casa de acogida de Lima. “Llegué sin nada y había días que comía y días que no. Alguien me sugirió llamar a la Línea 100 y así lo hice. Fue la mejor decisión. Por primera vez me sentí libre y ahora que trabajo y estudio estoy segura de que el pasado ya no me puede dañar”, asegura.
Alejandrina (30 años)
“Mi historia es la de muchas. Quería salir de mi casa y rápidamente me enamoré y conviví con mi pareja. Al principio todo estaba bien. Tuvimos dos hijas y, aunque él tomaba y me insultaba, ya me había acostumbrado. El problema empezó cuando comenzó a drogarse. Después de 10 años de convivencia, las agresiones eran todos los días y en cada discusión explotaba, botaba las cosas, me amenazaba con alicates y desarmadores, y me ahorcaba delante de mis hijas. Le comencé a tener mucho miedo, pensaba que me iba a matar”, cuenta Alejandrina.
La joven trató de huir en cinco oportunidades, pero él siempre la buscaba y la hacía volver. Fue una noche en que Alejandrina se armó de valor y dejó a su agresor. Acudió al Centro de Emergencia Mujer y allí, al conocer su caso, la trasladaron a una casa de acogida. “Al principio tenía pesadillas, pensaba que él iba a llegar en cualquier momento a llevarme. Pero me di cuenta de que la casa era segura y el miedo desapareció. Hoy estoy más tranquila. Mi destino cambió”, sostiene.
TENGA EN CUENTA
- Aunque no existe un tiempo máximo de permanencia en las casas de acogida, la idea es que las mujeres no permanezcan allí por más de tres meses. Sin embargo, en algunos casos, ya están más de dos años.
- En las casas de acogida implementadas por el Ministerio de la Mujer hay talleres productivos que tienen la finalidad de preparar a las víctimas para la vida laboral. Se coordina con el Ministerio de Trabajo para posteriormente incorporar a las mujeres a la bolsa de empleabilidad.
- Entre los meses de julio y setiembre, después de la marcha Ni Una Menos, las denuncias por violencia contra la mujer aumentaron en 40% y sigue la tendencia de incremento.
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