La dinámica de Tinder es sencilla. Primero, hay que descargar la aplicación desde un smartphone. Segundo, una vez instalado el programa, se debe crear un perfil que incluya fotografías personales. En vista de que se puede sincronizar con Facebook, las imágenes se pueden obtener de ahí.
Luego, empieza la fase de contacto: uno navega en la red de perfiles, como hojeando una revista, y, si hay algún usuario interesante, uno debe presionar un botón para demostrar interés.
Por el contrario, si uno se topa con usuarios que no despiertan interés, se aprieta el botón “x” y se prosigue con la navegación. El criterio de selección se aleja de lo intelectual o espiritual: es al ojo, nomás. Es por ello que, como bien aconsejan varios portales de internet, lo ideal es poner fotos reales, no de Iron Man, Homero Simpson o Lionel Messi.
La etapa de búsqueda y selección es anónima, ya que opera tras bambalinas. La comunicación se inicia solamente si uno interesa a la persona que nos interesa. Es decir, solo si ambos se dieron ‘click’ y hacen ‘match’. Vale la pena señalar que esto ocurre de manera espontánea, pues uno no se entera si ha causado interés hasta que se inicia una conversación. Tampoco se sabe quién te ha rechazado.
¿CHOQUE Y FUGA DIGITAL?
“Mi experiencia en Tinder fue un fiasco”, cuenta Lesly, de 27 años. “Solo usé el programa 24 horas y pude iniciar una conversación con un chico que, según él, era un administrador de empresas muy exitoso que se sentía solitario. Me invitó a salir, pero me pareció un fanfarrón. Desinstalé el programa”.
“Me pasó algo curioso”, dice Joel, de 22 años. “Me contacté con una chica muy simpática. Conversamos, nos conocimos un poquito más y le dije para vernos. Aceptó. Cuando hablamos en persona y me dijo su apellido, descubrí que era la hermana de mi exenamorada”.
“Creo que Tinder es, sencillamente, un camino para conocer gente”, afirma Cecilia, de 23 años. “No me parece una herramienta mejor ni peor, solo distinta. Sin embargo, para gente que nos cuesta socializar en vivo y en directo, es muy útil”.
“¿Y si me toca un depredador sexual?”, se pregunta Lorena, de 30 años. “Es lo que pensé cuando acepté salir con un chico que conocí mediante Tinder. Fui acompañada de una amiga, por si acaso. Pero la verdad es que la cita salió muy bien, tan bien que ahora ese chico es mi enamorado. Tenemos ocho meses juntos”.
Lo cierto es que Tinder es una herramienta, solo eso. Así como hay personas que se conocieron y se casaron, hay casos dramáticos como el de una mujer irlandesa que denunció haber sido violada por el hombre que conoció mediante la aplicación (noticia reciente). Depende de cada uno informarse sobre los peligros y aciertos vinculados a su uso.
DATO
- Hace unos meses, la marca Tinder fue valorizada en 5 mil millones de dólares. Una reciente valorización la ubica en mil millones de dólares.
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