Las series estadounidenses de hoy son los folletines británicos de antaño: productos cuyo consumo engancha indefinidamente como los novelones interminables del siglo XIX y que saben disfrazar su cebo folletinesco con una pátina de respetabilidad que no suelen tener las series latinoamericanas. Por si fuera poco, desde hace unos años ofrecen desnudos a granel, pero, ¿lo hacen por necesidad dramática de sus historias o porque así atraen a más televidentes? El sensible mayor porcentaje de desnudos femeninos frente a los masculinos deja clara esta cuestión…
Durante los años 80, las series en Estados Unidos todavía respetaban un código de representación según el cual no se podían mostrar impactos de bala o salpicaduras de sangre en sus secuencias violentas, mucho menos un seno o un genital en pantalla. Fue en los años 90, con el desarrollo de las series para cable, cuando se empezaron a crear títulos específicamente eróticos con desnudos explícitos, como en Red Shoe Diaries, del erotómano Zalman King.
DESNUDOS POR AMOR AL ARTE
Pero la irrupción a finales de los 90 de la HBO con dos títulos enseña, Sex and the City y Los Soprano, hizo que el realismo de la pantalla grande entrara a raudales en las series televisivas de USA. Desnudos impensables fuera de una sala de cine empezaron a poblar la pequeña pantalla. Paralelamente, se alzaron las quejas de diferentes asociaciones cívicas, denunciando el sexismo con que eran enfocados muchos personajes femeninos, tanto en su psicología (como en el caso de Mad Men, Modern Family, Two and a Half Men o How I Met your Mother) como en el enfoque de su rol sexual, casi siempre utilitario y mercantilista.
Resulta evidente que el porcentaje de desnudos femeninos en las series de TV estadounidenses es mucho mayor que el de desnudos masculinos: innegable deducir que este fenómeno responde casi siempre a lograr un mayor reclamo visual para una audiencia que todavía acepta mejor los pechos de la actriz que el trasero del actor…
SEX OF THRONES
Sex and the City (1998-2004) “normalizó” el topless y las conversaciones sobre sexo en la ficción televisiva, con un desparpajo notable, convirtiendo a la madura Samantha en una heroína de la igualdad sexual y el derecho a la frivolidad: en el primer filme derivado de la saga (del 2008), ella cambiaba los roles usuales al ser la voyeur que espía a un hombre objeto en la ducha (con primer plano de pene incluido); en la secuela de 2010, al cumplir 50 años de edad, rompe con su enamorado y decide seguir acostándose con quien le apetezca. ¡Qué gran ejemplo para la mujer liberada!
Pero Samantha se trata de un caso excepcional en la por lo general conservadora sociedad estadounidense: en Juego de tronos (2011…), los desnudos femeninos son absolutamente innecesarios y contemplativos, sin que además impliquen un enfoque artístico: erotómanos como Vicente Aranda hubieran hecho maravillas visuales de contar con esa permisividad en TV.
PRIAPUS HABEMUS
La serie que realmente ha hecho un esfuerzo visible por tratar con igualdad sus contenidos cárnicos ha sido sin duda Spartacus (2010-2013). No solamente eran numéricamente equiparables los desnudos de uno y otro sexo (de hecho, probablemente los gladiadores en cueros superaban a las patricias sin ropa), sino que, además, no tuvieron ningún miedo en exhibir penes a todas las distancias del espectador. Así, este maravilloso festival de sexo y violencia producido por Sam Raimi, que robó la fórmula del 300 de Zack Snyder y la mejoró, mezclándola con la cruda aproximación del clásico semiporno Calígula, se ufanaba en mostrar falos y vaginas indiscriminadamente, para alegría de las personas sin prejuicios hacia el nudismo y la naturalidad corporal. En un episodio de su precuela incluso osaron filmar a un actor orinando frente a la cámara.
Títulos pioneros como Spartacus son los que lograrán que la mentalidad de la industria audiovisual anglosajona, que es la que moldea la de todo el mundo al tratarse del imperio cultural de nuestros días, se muestre menos prejuiciosa y sexista a la hora de enfocar el cuerpo humano: todos sabemos de la rígida mentalidad protestante que dirige el pensamiento estadounidense, pero por suerte siempre hay artistas que, influidos por la permisividad europea, logran llevar más allá la frontera de lo que se considera pertinente en televisión.
Y, así, algún día será cotidiano ver sexo real en tus series favoritas.
Por Hernán Migoya
DATOS
- Los responsables de Spartacus siempre quisieron su contenido extremadamente gráfico. Para Lucy Lawless (la célebre Xena), “era un modo de decirle al público: ya no estás en Kansas, ¿sabes?”.
- El primer desnudo frontal en TV ocurrió en Holanda en 1967, en el programa experimental Hoepla, y lo protagonizó una modelo leyendo un diario sin nada más encima.
- De Porky’s a Sex and the City, Kim Cattrall nunca objetó desnudarse; por el contrario, Sarah Jessica Parker hizo aprobar una cláusula para no desnudarse en la serie que la encumbró.
TEN EN CUENTA
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