Con tal de no ceder el asiento reservado, muchos jóvenes se hacen los dormidos en los vehículos de transporte público. De reojo detectan la presencia de un adulto mayor y proceden a ‘dormirse’. ¿Por qué lo hacen?
“Porque estoy cansado” es una razón tan sencilla como egoísta. “Los adultos mayores ya vivieron mucho. Es hora de que les den paso a los jóvenes” es un motivo más cruel. Cosas así se escuchan todos los días. Es un escenario triste.
Sin embargo, es cuestión de brindar información para cambiar la situación. Para empezar, el uso de los asientos reservados para adultos mayores tiene carácter legal. Si alguien está ocupando el asiento rojo del Metropolitano, tiene la obligación de ponerse de pie.
¿Qué tal si uno está sentado en un asiento normal? ¿Tiene la obligación de cedérselo al abuelo que está parado hace media hora en el micro? Sí. No es una obligación legal, sino un acto moral. Es una muestra de empatía.
Además de la información, es necesario mencionar que los valores no se forman por imposición, sino por imitación. El ejemplo de los padres es vital para la transmisión de códigos éticos.
Si los hijos ven que en casa los abuelos son tratados con cariño y respeto, es natural que ese trato lo extrapolen a otros adultos mayores. Es difícil que alguien que quiere mucho a sus abuelos se haga el dormido en una combi mientras ocupa un asiento reservado.
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