El amor se enfría. Si una pareja no se esfuerza por mantenerlo a una buena temperatura, el amor puede congelarse como un trozo de pizza olvidado en la refrigeradora. Hay que calentarlo con cariño y atención hacia la pareja. ¿Por qué estar en una relación y no brindar amor?
“Teníamos tres años de relación y creía que no dábamos más”, cuenta Lorena (30). “Sí, así de apocalíptica me sentía. Ambos estábamos muy metidos en nuestros trabajos. Él empezaba un negocio, mientras que yo trabajaba en una empresa desde las 9 de la mañana hasta las 6 de la tarde. El amor se desvanecía por la falta de tiempo que nos dedicábamos mutuamente”.
Lorena encontró una solución: hacer un viaje corto con su enamorado. “Aprovechamos un feriado largo para viajar a Tarma, que no está muy lejos de Lima. ¡La pasamos increíble! Nos dimos cuenta de que solo era cuestión de olvidarnos del trabajo y dedicarnos el cariño que nos hacía falta. Desde entonces, creamos una tradición: escaparnos de la ciudad una vez al mes, aunque sea un fin de semana”.
Y es que muchas veces el descenso en la intensidad de un romance no se presenta por falta de amor, sino de tiempo. Seres que se aman pueden dejar de hacerlo porque ya no salen a pasear como al inicio de todo, porque no se besan como antes, porque están ocupados en cosas ‘más importantes’.
“Es algo común, sobre todo cuando tienes una edad en la que trabajas y tienes más responsabilidades que cuando eras simplemente un estudiante”, afirma Kevin (29). “Claro, cuando tienes 18 o 19 años, no tienes las mismas obligaciones que a los 25 o 30. A cierta edad, ya piensas en la Sunat, en la AFP, en el seguro, en tus ahorros. Cada vez te queda menos tiempo para disfrutar en pareja como antes”, agrega.
En efecto, los compromisos ‘adultos’ suelen interferir con el amor. Sin embargo, la clave es organizarse y no perder de vista los compromisos afectivos. “Viajar es una gran receta para recuperar la pasión perdida. No tienes que ir al Caribe, ojo. Basta con planear un paseo que te saque de la rutina y te reconecte emocionalmente con tu pareja”, cuenta Irma (32).
“¿Viajar cuesta caro? Mentira. Hay ofertas para todos los bolsillos”, señala Marisol (35). “La mayoría de personas pone una serie de excusas. Que cuesta mucho, que es mejor descansar, que da pereza. Yo también pensaba así, pero mi esposo me convenció para viajar porque sentía que eso podía hacernos bien. Funcionó, a tal punto que se volvió un costumbre irnos de viaje”. ¿Su relación atraviesa por un momento de apatía? Pruebe una escapada con su pareja. Podría servirles.
Si te interesó lo que acabas de leer, recuerda que puedes seguir nuestras últimas publicaciones por Facebook, Twitter y puedes suscribirte aquí a nuestro newsletter.