“¡Mi hijo me manipula!”, es la queja de muchos padres. Para empezar, habría qué definir qué significa esto exactamente. “Es cuando el niño aprende estrategias equivocadas para conseguir cosas”, señala Rachael Silberman, psicóloga de la clínica Javier Prado.
“Los niños aprenden a manipular. Por ejemplo, si cuando quiere un juguete se tira al piso y papá se lo compra, aprende que así podrá obtener lo que busca”, agrega.
El problema, según la especialista, es que esto se convierta en un hábito. De hecho, considera que basta con que ocurra una vez para que el niño tenga la confianza suficiente para intentarlo otra vez.
“Si un día lloró para que le compren un caramelo y, en efecto, se lo compraron para evitar pasar ‘roches’ en la calle, es seguro que ese niño volverá a manipular a sus padres”, explica Silberman.
La única manera para cortar la manipulación es sencilla: no ceder. La manipulación existe cuando los padres la permiten. Por ello, deben ser constantes y consistentes para no entrar a ese círculo vicioso. No deben ceder ante las rabietas, pataletas y caprichos de sus hijos.
“También es importante que ambos padres se pongan de acuerdo. Suele pasar que el papá dice ‘no’ y el niño va donde la mamá para que le diga ‘sí’, o viceversa. Eso no está bien”, apunta la psicóloga. Para tener en cuenta.
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