La presión por encajar según los cánones estéticos es motivo suficiente para que muchos adolescentes atraviesen conflictos emocionales. Estos suelen verse reflejados a nivel nutricional. “Factores genéticos, culturales, de personalidad, en fin, pueden conjugarse para causar un trastorno de conducta alimentaria”, asegura Nelly Canción, directora de Vida Mujer. “Sin embargo, lo que da mayor fuerza a estos problemas es el sistema familiar. *La influencia de los padres es determinante*”, agrega.
¿En qué sentido? Por ejemplo, en la noción de éxito en función a cómo uno se ve, si gordo o flaco. En las chicas adolescentes, sobre todo, esta presión representa el origen de trastornos como bulimia y anorexia.
ACCIONES A TOMAR
El primer consejo para los padres: no torturen a sus hijos con el peso. Hay que guiarlos, sí, por el camino del buen comer, pero no desde el enfoque estético, sino de la salud. Lo segundo: estar atentos a los cambios radicales de conducta. No siempre son “cosas de la edad”.
En caso se detecte, digamos, que el hijo o la hija ha bajado de peso de manera radical, no es motivo para castigarlos. “Es lo peor que pueden hacer. Los padres deben entender que los trastornos alimentarios son, ante todo, problemas psicológicos. *No son simples caprichos*”, aclara la especialista.
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