Marilyn es contadora. Tiene 26 años y se casó. Hace ocho meses se convirtió en madre de una linda nena. Cuando regresó a su trabajo, se dio con la sorpresa de que tenía un nuevo jefe, Francisco, un economista que también es casado y que tiene dos pequeños.
En un primer momento, ninguno quiso reconocer que había sentido algo especial apenas se cruzaron en la oficina. Ambos prefirieron creer que solo se había tratado de los nervios y nada más.
Sin embargo, conforme pasaban los días, ellos no podían controlar sus sentimientos. Se comportaban como unos adolescentes. ¿Qué pasa? ¿Qué me está sucediendo? Yo soy una mujer casada. Tengo un lindo hogar y un esposo que me ama, se cuestionaba y se respondía, a la vez, Marilyn.
Lo mismo pasaba por la mente de Francisco. “Es una mujer muy linda. No puedo dejar de apreciar su belleza, pero yo soy casado y amo a mi esposa”.
Ambos pasaban el mayor tiempo en la oficina y almorzaban juntos en el restaurante de la empresa. Aprovechaban ese tiempo para tratarse y conocer un poco más de sus respectivas familias. Para ellos, sus hijos eran su razón de vivir.
Mientras el tiempo pasaba, entre ellos comenzaba a nacer un fuerte interés y, sin darse cuenta, se enamoraron. Francisco se armó de valor y le confesó sus sentimientos a Marilyn. Él le ofreció disculpas por el atrevimiento, pero prefería ser sincero. “Si me gano una bofetada, la tendré bien merecida”, le dijo.
Marilyn le respondió que también le sucedía lo mismo desde que lo conoció y que se sentía confundida. “Siento algo muy especial por ti. Solo pienso en ti”. Ellos se miraron fijamente a los ojos por largos segundos. No intentaron acercarse por respeto a sus parejas.
Al día siguiente, ella decidió renunciar a su trabajo para no arriesgar sus respectivos matrimonios. Pensó que esta separación física los ayudaría a ambos a olvidarse y fortalecer el amor con sus parejas. Francisco no estaba de acuerdo con esta decisión y, es más, le propuso iniciar una relación: “¿Por qué no intentarlo? Seamos valientes y enfrentemos al mundo. Tu esposo y mi esposa no se merecen esto, pero no podemos dejar pasar nuestro amor”.
CONSEJO
La especialista en terapia de parejas, la psicóloga Carmen Sánchez Ortega, refiere que Marilyn actuó bien al tomar distancia para ordenar su estado emocional, ya que la cercanía física con la otra persona no le permite tener sus sentimientos claros. “Lo cotidiano (el trabajo) hace que empiecen a nacer estos sentimientos y, cuando se retorna al hogar, uno llega cansado y, muchas veces, deja de lado la relación de esposos”.
Alejarse le permitirá ver las cosas en su real dimensión.
CONSEJOS
- En estos casos, lo mejor es siempre darse un tiempo para analizar bien la situación. Es necesario tener en cuenta que lo más importante es nuestra familia.
- Hay que saber respetar la decisión de la otra persona. El tiempo ayudará a entender si solo ha sido una fuerte atracción o es que, en realidad, se trata de un verdadero amor.
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