Mimi Salas (Miriam Manyari de nombre oficial) rompe todos los estereotipos: es sexy y femenina, pero también lesbiana y feminista. Ella organizó junto a varios activistas independientes (Ciudadanxs por la Unión Civil) la exitosa marcha reivindicativa del pasado 7 de marzo y fue su mayor cara visible junto a Carlos Bruce.
Eres productora de eventos corporativos y obras teatrales, y te estás formando como actriz. ¿Por qué también activista política?
El activismo nace en el día a día, en la vida personal. Y mi madre es muy luchadora, terca, tozuda. Eso lo heredé.
CRUELDAD ENTRE MUJERES
Te definiste en un artículo como “machona feminista tirapiedra”, pero no eres ni masculina ni agresiva…
No soy feminista radical. Las hay que creen que la mujer es mejor que el hombre. Yo no. Creo en la igualdad de derechos y el derecho a la diferencia.
¿Tu belleza y actitud no levantan ampollas en compañeras más radicales?
Claro: la discriminación está en todos lados. Yo no defiendo solo a gays: defiendo a ciudadanos con derechos pisoteados. Y las mujeres son extremadamente crueles: de niña me hacían ‘bullying’ porque era gordita y luego por todo lo contrario. A los 14 yo era inteligente, chancona y con un cuerpo atractivo para el estereotipo occidental. Entonces, para ellas, era una puta. Me lo escribían en el cuaderno. Pero mi mamá me decía: “Tú tienes que ser tú y a nadie más le importa”. Y así soy.
“A LOS 15 AÑOS QUISE SER MONJA”
Te noto muy sixties: humanista, pacifista, incluso panteísta… ¿De verdad estudiaste en un colegio religioso?
Yo era catequista, súper católica, la religión era mi vida. Mi colegio era casi del Opus Dei y entré por elección propia. Me encantaba tener la falda muy larga y no mostrar nada. Hasta segundo de secundaria fui con hábito al colegio: de ahí me dejaron llevar el cordón franciscano. Lideré todas las organizaciones que pude y fui a todos los debates procreyentes… y quise ser monja a los 15 años.
¿Y qué pasó?
Le conté a una monja que quería entregar mi vida a Jesús. Entonces me pidió que no se lo contase a nadie, pero que ella me recomendaba que no me hiciese monja, porque un día yo me iba a enamorar y luego ya decidiría si prefería el amor de Dios. Más tarde descubrí a Cipriani y ahí me desengañé de la Iglesia. Porque no me gustan las trampas. Encima entré a Historia del Arte y ahí todos los dogmas católicos se los bajan en un segundo. Pero sigo usando un detente: soy muy creyente en la Virgen de Guadalupe.
LA VISIBILIDAD LOS HACE FUERTES
¿Cuándo se aprobará la unión civil?
Muy pronto. Somos tres millones de personas marginadas. Tomarse la mano en la calle es reafirmarnos: existo, soy y no me voy a ir. ¿No te gusta? Cierra los ojos y mira a otro lado.
¿Por qué un congresista cita a Hitler para atacar la unión civil y no lo inhabilitan ipso facto?
Estamos en el Perú. El Parlamento que tenemos es deplorable. La falta de educación hace que ese círculo de ignorancia no se rompa.
¿Crees que Nadine oculta en un clóset su apoyo a la unión civil?
Sí, claro. Está enclosetadísima.
¿Qué les dirías a los gays de mayor edad que ya se sienten viejos para salir del clóset?
La vida no acaba: nunca es tarde. Si se resignan, jamás disfrutarán su vida en plenitud. Si se animan, todos los jóvenes y yo estaremos a su costado.
Por: Hernán Migoya (sexo21@peru21.com)
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