“Me di cuenta de que necesitaba estar con alguien”, cuenta Alexandra (28). “Es decir, me gustaba la idea de estar con una persona más que estar con una persona en particular. Con el tiempo, y tras mil sesiones de terapia, entendí que, en realidad, no podía lidiar con el hecho de estar sola. Era una adicción emocional incontrolable”, agrega.
El filósofo Epicuro, durante los siglos IV y III antes de Cristo, planteó el concepto del placer catastemático: un tipo de disfrute en reposo que se caracterizaba por la ausencia de sufrimiento. Para el pensador griego, era un camino para ser feliz.
Los dos párrafos anteriores representan dos extremos: la incapacidad de estar solo frente a la exaltación de la soledad. En el mundo de hoy, la clave radica en el equilibrio: para estar acompañado, hay que saber estar solo.
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