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De las fantasías sexuales a la realidad

Una de cada 20 parejas hablan al respecto. El resto prefiere guardar silencio por vergüenza o temor.

(Internet)
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Es normal tener fantasías sexuales. La mayoría de personas tiene la capacidad de imaginar escenarios eróticos moldeados según sus gustos y caprichos. Los preparan en sus cabezas y hasta sienten cierto bienestar durante el proceso.

Pero no todos imaginan lo mismo. Hay quienes tienen la fantasía de tener sexo en un auto –nada fuera de lo común, ciertamente, pero es una fantasía respetable a fin de cuentas–, pero también están aquellos que anhelan viajar al espacio para sentir cómo es un orgasmo en gravedad cero. De hecho, ya hay algunas productoras de cine para adultos, músicos y cantantes que han manifestado su intención de hacer turismo espacial triple X.

LOS LÍMITES DEL DESEO
Uno puede imaginar lo que sea. Sin embargo, la materialización de esos deseos eróticos implica tener en cuenta una serie de aspectos que van desde lo moral hasta lo legal. Es decir, hay que pensar en los demás (¿está bien atar a otra persona?) y en la integridad de uno mismo (¿no es peligroso hacer el amor en un auto de Fórmula 1?). Esto es fundamental a la hora de vivir una fantasía en pareja.

¿Pero qué pasa realmente en la intimidad de los dormitorios? ¿Los amantes comparten sus fantasías de manera abierta y franca? Según Brett Kahr, terapeuta y autor del libro Sexo y fantasías, solo una de cada 20 parejas habla sobre sus fantasías. El resto, probablemente, prefiere guardar silencio al respecto, ya sea por vergüenza o por temor a ser catalogado como un pervertido.

Esto nos lleva a las siguientes preguntas: si uno tiene una fantasía, ¿hay que contarle a la pareja de qué se trata? ¿Se tiene que llevar a cabo de todas maneras? ¿O solo es necesario contarle? La respuesta va a depender de diversos factores, pero sobre todo de uno solo: la confianza entre ambos. Ninguna fantasía saldrá de la cabeza de uno si es que no existe una confianza sólida en el plano sexual. La persona debe estar convencida de que si cuenta algo como “me gustaría hacerlo disfrazado de Teletubbie” o “mi sueño es tener sexo en la Torre Eiffel”, no será juzgada ni criticada por su pareja.

ADELANTE
Confiar en el otro es solo el primer paso. El siguiente consiste en llevar a cabo la fantasía. Esto dependerá de la complejidad del asunto, pero especialmente de la disposición de los involucrados. Hay que ponerle ganas y entender que puede ser algo muy divertido y, sobre todo, enriquecedor pues se trata de una experiencia lúdica que ayuda a salir de la rutina y, además, fortalece la dinámica sexual en pareja. Confíe y déjese llevar.

DATO

- Una fantasía sexual no siempre es un desafío que ponga a prueba la valentía de los involucrados, tampoco un sinónimo de riesgo. Una fantasía puede ser algo tan sencillo como practicar una pose nueva o intentar alguna variante de penetración aún no explorada por la pareja.


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