La tortura de Mariano empezó a los pocos días de comprarse un smartphone. Al principio, tuvo unos días digitales muy felices. Podía entrar a Facebook, hablar por WhatsApp, tomarse fotos y subirlas a Instagram, publicar mensajes en Twitter, en fin, todas esas cosas tontas que la gente hace con un teléfono inteligente. Después de haber tenido durante años –con mucho orgullo– un teléfono Nokia de 1999, sentía que por fin ingresaba a la era digital.
Todo iba bien hasta que Úrsula, su enamorada, vio la oportunidad de usar el moderno gadget para espiarlo. Ella había tenido relaciones nefastas antes de conocer a Mariano, es decir, experiencias vinculadas a celos, desconfianza, traiciones. A pesar de que con Mariano nunca había tenido problemas de ese tipo, tenía una vaga sensación de que algo no andaba bien. “Una nunca sabe, quizás descubro que me está sacando la vuelta”, dijo –medio en broma, medio serio– a su amiga Kelly.
Un día, mientras Mariano tomaba una siesta, Úrsula cogió el celular inteligente. Lo primero que hizo: entrar a la cuenta de Facebook. Revisó el ‘inbox’. Media hora de búsqueda y ningún mensaje preocupante. Salvo alguna que otra ‘ex’ preguntándole cuándo iba a terminar con “esa flaca loquita” (o sea, Úrsula).
Luego, revisó las conversaciones por WhatsApp. Nada. Vio la carpeta de fotos, en caso se haya tomado fotos con alguna chica. Nada. Husmeó en los mensajes de texto. Nada. Se metió en el Skype. Nada. “Quizás es muy pronto para encontrar algo interesante, mejor esperaré”, pensó Úrsula.
Es así que se le hizo costumbre revisar el celular del novio. Cada vez que iba al baño, se quedaba dormido viendo una película o iba a traer algo de la cocina, Úrsula se las ingeniaba para espiar. Pasaron cinco meses hasta que, finalmente, encontró algo devastador: una conversación entre Mariano y Kelly. “Creo que Úrsula revisa mucho mi teléfono –decía Mariano–. Me he dado cuenta de que, desde hace meses, revisa mis cosas todos los días. No sé cómo decirle que me incomoda. Me duele que crea que le estoy sacando la vuelta”. Úrsula se sintió una tonta: por estar buscando cinco pies al gato estaba perdiendo a su enamorado.
Ese mismo día, Úrsula habló con Mariano para aclarar las cosas. “Perdóname, he estado revisando tu celular. He sido muy desconfiada”, le dijo. Sin embargo, Mariano se enfureció y decidió terminar con ella. “Si no tenemos confianza, no tenemos nada”, sentenció él. Ahora, Mariano es feliz con Kelly, quien no suele revisar su celular. Solo de vez en cuando, por si acaso.
DATOS
- El “síndrome del doble check” ocurre cuando un emisor cree que el receptor ya leyó el mensaje. Voceros de WhatsApp han aclarado que el doble check solo significa que el mensaje llegó y no que fue leído.
- Veamos el otro lado. En una charla TED, la psicóloga Stefana Broadbent explica que la tecnología es capaz de fortalecer los vínculos amorosos de parejas separadas.
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