De los más de mil millones de fumadores a nivel mundial, un 20% son mujeres. Sin embargo, poco se ha difundido sobre los cambios fisiológicos que puede producir el consumo del tabaco en el cuerpo de ellas.
El consumo de cigarros genera deficiencia en estrógenos, la hormona sexual de la mujer. Dicha situación está asociada con la menopausia temprana, la reducción del número de menstruaciones, y puede presentarse aumento del vello. Asimismo, se puede incrementar el riesgo a sufrir fracturas osteoporóticas.
Investigaciones recientes señalan que fumar cigarrillos no permiten el desarrollo de hormonas femeninas, lo que provoca que luego de la menopausia, las mujeres empiecen a almacenar más grasa en la parte abdominal, que en las caderas y glúteos. Este hecho desencadenaría en estados patológicos como las enfermedades cardiovasculares, hipertensión, infarto.
Fumar también está asociado a la infertilidad, dado que puede ser tóxico para los ovarios, ya que los alcaloides nicotínicos, inhiben directamente la actividad de conversión de hormonas masculinas en estrógenos de las células granulosas humanas (células presenten en los ovarios).
Es importante señalar que el depósito de grasa abdominal que genera el fumar (debido al efecto anti estrógeno) se manifiesta en el incremento del perímetro de cintura, pero no en la grasa subcutánea, lo que significa que este incremento se da a expensas de la grasa intra-abdominal.
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