El enviado internacional Lakhdar Brahimi impulsó el martes nuevos esfuerzos de mediación en Damasco, pero no había pausa en el derramamiento de sangre en un día en el que los cristianos sirios conmemoraban la Navidad con tristeza y oraciones por la paz.
El emisario se reunió el lunes con el presidente Bashar al Assad en Damasco, en momentos en que fuentes opositoras acusaban al régimen de usar contra los rebeldes un gas letal nunca utilizado hasta ahora, aclarando que no se trata de “un arma química”.
“Tuve el honor de reunirme con el presidente y como es habitual intercambiamos nuestros puntos de vista sobre los numerosos pasos a dar en el futuro”, declaró Brahimi a la prensa, de vuelta a su hotel en Damasco.
Desde marzo de 2011, cuando comenzó la revuelta popular contra el régimen de Assad que derivó en una guerra civil, la violencia ha dejado ya 44 mil muertos, según el Observatorio Sirio de Derechos Humanos (OSDH), ONG opositora con sede en Reino Unido.
El lunes, el OSDH acusó a las tropas sirias de usar un gas mortal desconocido hasta ahora contra los rebeldes en Homs. Seis rebeldes murieron tras inhalar este gas inodoro, afirmó la ONG.
“Podría tratarse de un gas nunca utilizado hasta ahora que provoca vértigo, dolores de cabeza graves y ciertas crisis de epilepsia”, agregó. “No se trata de un arma química, pero no sabemos si está prohibido o no a nivel internacional”, declaró por teléfono a la AFP el director del OSDH Rami Abdel Rahman.
Poco antes, Rusia había estimado que un eventual uso de armas químicas sería “un suicidio político” para el régimen sirio. “No pienso que Siria utilice armas químicas. Si se da el caso, sería un suicidio político para el gobierno” el ministro ruso de Relaciones Exteriores, Serguei Lavrov, en una entrevista publicada en la cadena Russia Today.
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