El dirigente gremial Olmedo Auris recordó los difíciles momentos que vivió el domingo 5 de abril de 1992, cuando el entonces presidente Alberto Fujimori dispuso el cierre del Congreso e intervino las principales instituciones del Estado y los medios de comunicación.
“La noche del 5 de abril me vendaron los ojos, me subieron a un auto y terminé detenido”, comentó Auris, quien, en aquellos días, era secretario de Relaciones Internacionales del Sutep y miembro del Comité Ejecutivo Mundial de la Internacional de la Educación, con sede en Bruselas.
Según narró a Perú21, la noche del 5 de abril, el auto en el que se trasladaba a Trujillo fue interceptado y tres personas le vendaron los ojos y lo subieron a la fuerza a otro vehículo. “No sabía lo que me iba a pasar, pensé lo peor”, exclamó.
“Tenía que llegar a Trujillo en camioneta y, en esos momentos, antes de llegar a Ancón, tres personas con porte militar, seguramente del Servicio de Inteligencia Nacional, me vendaron los ojos, me metieron al asiento posterior de un auto, se escuchaba el sonido de las olas del mar. No sabía que era el autogolpe”, rememoró.
Luego, indicó, fue llevado a la sede del Sutep, en el centro de Lima, que ya estaba tomado por el Ejército. Ahí lo detuvieron unas horas y lo interrogaron, para después trasladarlo a Seguridad del Estado, en la Dircote. Lo acusaron de presunto delito de terrorismo.
“En la Dircote permanecí unos once días. Hice huelga de hambre en protesta. Estaba indignado porque no tenía nada que ver con lo que me acusaban. Actuaron conmigo con prepotencia, abuso”, añadió.
Olmedo Auris fue liberado gracias a la intervención de una delegación de la Internacional de la Educación, que llegó al Perú para preocuparse por su situación.
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